Atma Unum

@masterraalkivictorieux Master Ra’al Ki Victorieux

En el ensayo «Performance de Ciencia y Espíritu», se explora la convergencia entre semiótica, performance, espiritualidad y ciencia, buscando puentes entre signos, arte y corazón ❤️🎭🔬 #Semiótica #Arte #Espiritualidad #Ciencia https://wp.me/p3JLEZ-5Vq

Performance de Ciencia y Espíritu.  Atma Unum
Performance de Ciencia y Espíritu. Atma Unum

En este ensayo exploraremos la convergencia entre semiótica, arte del performance, y espiritualidad tejiendo puentes entre signos. Vivimos en una realidad intersubjetiva y compartida, cuando buscamos formas de comprender las formas de interpretarla, como la semiótica, encontramos la posibilidad de lograr la convergencia entre la ciencia, la ética y lo espiritual. En las siguientes reflexiones exploraremos una visión integral con relación a los elementos que configuran nuestra percepción del mundo.

I. ¿Qué es la Realidad?

El sufijo –idad denota una propiedad que se hace real en un individuo concreto. Podría ser que nuestras realidades sean por lo menos tres: 1. la de la autora de este texto, 2. la del lector con el texto, y 3. la realidad intersubjetiva y compartida producto de la comunicación. Lo cierto es que la realidad engloba algo significativo; el significado como concepto concreto, en tanto que es percibido por la experiencia. ¿De qué manera se multiplican diversas percepciones de la misma experiencia, de tal forma que la interpretación de algo parece alternarse entre lo que emisor y receptor conocen e ignoran? ¿Es esta multiplicidad de percepciones, variables, un signo de los tiempos en los que la mayoría de los individuos contemporáneos tienen su atención fragmentada y su capacidad de concentración frágil ante la sobre estimulación sensorial, emocional, mental?… ¿Somos más fértiles en la construcción de connotaciones debido a las múltiples asociaciones que brinda la distracción? Tal vez simplemente descubrimos los multiversos de la percepción gracias a nuestra insistencia en recapitular los procesos de comunicación a través de releer, conversar, revisar y reinterpretar. Nos seduce la búsqueda del significado como concepto abstracto u omnipotente. Intentamos aprender, mientras creamos laberintos conceptuales y crucigramas con que deconstruimos la realidad, estas y otras aficiones que tenemos en el universo nos retornan a la pregunta; Un Único Ens Realissimum?

II. ¿Cuál es el significado de los signos?

Un signo es un objeto, fenómeno o acción material que, por naturaleza o convención, representa o sustituye a otro. Para Charles S. Peirce, es aquel que está en lugar del objeto al que representa, y que por una relación convencional o de semejanza, evoca en un tercero una realidad determinada para alguien que la interpreta. También es útil comprender la diferencia entre denotación (significado objetivo del signo) y connotación (significados o interpretaciones subjetivas del signo). Otras de las diferencias interesantes a comprender con relación al signo, es la diferencia entre un signo y un representador:

Un objeto, acontecimiento o estado de cosas tienen un significado, pues representan (denotan, designan) algo; o puede decirse que un acontecimiento o un estado de cosas (pero no un objeto como tal) no tienen significado en tanto que: 1) El hecho de que suceda implica que algo es cierto; o 2) alguien lo causa para afirmar que algo es cierto (ya sea una orden, una pregunta, etc.) Así por ejemplo la palabra «Fido» denota a Fido, tal o cual número designa a tal o cual atleta o convicto, el pimientero representa un coche y la superficie de la mesa representa la carretera en mi reconstrucción de un accidente. Por otra parte, una rama rota indica el hecho de que algo ha pasado por ahí, la luz roja de un semáforo indica que uno debe detenerse, una flecha en la parte inferior de la hoja, que uno debe darle vuelta. Obsérvese que lo que transmite el mensaje es el que la rama esté rota o que la luz sea roja. De modo similar, la posición y la dirección de la flecha transmiten las instrucciones de darle vuelta a la hoja; la flecha en sí misma no denota o representa nada en absoluto. Abreviando diremos que, es el hecho de que la rama, la luz del semáforo o la flecha tengan una de las múltiples características posibles lo que transmite la información; como objetos no representan ni designan nada. Cuando, por otra parte, algo tenga significado en el sentido de designar (representar, denotar o simbolizar) algo, lo llamaré designador.

John Skorupski. (1985) Símbolo y teoría.

Para Peirce los signos son cuestiones de gran consideración; propone que el más alto grado de realidad sólo se alcanza por medio de signos, esto es mediante ideas tales como las de Verdad, Justicia, y otras virtudes. Clasificó todas las ideas en las tres clases de Primeridad, Segundidad y Terceridad. Esta clasificación triádica le conquistó por completo. Definiéndolas como categorías cenopitagóricas: La Primeridad es el modo de ser de aquello que es como es, positivamente y sin referencia a ninguna otra cosa. La Segundidad es el modo de ser de aquello que es como es, con respecto a una segunda cosa pero con independencia de toda tercera. La Terceridad es el modo de ser de aquello que es como es, en la medida en que pone en mutua relación a una segunda cosa con una tercera.

«Liberando Corazones. Memorias de Queen June Iris”; una pequeña maravilla de artivismo LGBTI y transformación social 

III. ¿Podemos lograr en el performance la convergencia de la ciencia y lo espiritual?

Existe una parte de la naturaleza en la que la fórmula del idealismo se puede aplicar casi al pie de la letra: esta es el reino social. Aquí más que en ninguna otra parte la idea es la realidad…

Durkheim. Formas elementales de la vida religiosa.

Lo importante o trascendente del performance -y otros géneros artísticos-, es la energía que se transmite con la obra, combinación de discurso explícito o implícito, y acción, y cómo este proceso de comunicación renueva en cierta medida su entorno y área de influencia, e incluso el lenguaje o la definición misma de lo que es arte, cultura y creatividad.

El curador Emilio Santisteban define mi propuesta en arte-acción de la siguiente manera: «trabaja desde alter-egos múltiples que actúan en contextos comunitarios determinados ejerciendo roles específicos. Más que acciones del cuerpo, se trata de acciones desde el cuerpo en la conciencia comunitaria y pública, movilizando mentes en torno al reconocimiento intercomunitario, y ejerciendo este efecto tanto de forma crítica como espiritual (combina saberes de occidente & oriente) a través del consentimiento ritual entre la artista y los otros (el público no es un espectador.»

El performance es manifestar statements con acciones. Proponer discursos para renovar o incidir en las ideas predominantes o comunes en el sistema del arte. Para muchos artistas interesados en lo social, también es importante incidir en ciertos sistemas culturales específicos relacionados con sus temáticas de acción. En el caso particular del artivismo, es común trabajar por ejemplo, por los derechos humanos y la justicia social para comunidades vulnerables. En general, por lo artístico del performance, se puede colaborar con universidades, museos, galerías, medios de comunicación y el público, ya sea a través de exposiciones, críticas, ventas en subastas, premios y otras formas de interacción y reconocimiento. La estrategia y las tácticas performáticas permiten al autor involucrar a los individuos de forma que el público no sea meramente un espectador. Algunos artistas, como en mi caso, transitamos entre lo específico del arte conceptual, de las bellas artes, y lo amplio de la psicología social a través del artivismo.

La destrucción se puede entender como la demolición de una estructura construida, ya sea por razones estructurales o simplemente por un acto de rebelión. Es común en el performance artivista recurrir a procesos conceptuales deconstructivos a través del cuerpo, de la presencia, con la intención de transmutar paradigmas opresores.

El grueso de mi obra visual se encuentra permeado por la presencia de lo ritual. A través de performances sacerdotales, plenos de símbolos con intenciones de sanación y/o transmutación en la psicología social. Me encuentro en un viaje espiritual, y por ello hablo de la construcción del carácter. Para mí, el performance no es sólo el trabajo con las audiencias, sino también con el Yo Soy que Yo Soy. Me interesa aprender con relación al respeto, el poder, las tentaciones, la sombra, la luz, el amor, y la paz. Cada paso en mi viaje performático me ayuda a ganar claridad en la percepción del intento. El arte puede ayudar a incrementar la conciencia cuando responde a un intento profundo por la evolución humana, sostenido por la reflexión y creación de textos escribibles. No creo en el performance como un entretenimiento o algo superficial, rechazo que pueda ser reducido a actos escénicos de intenciones frívolas, amarillistas y/o superficiales, a discursos legibles, prececibles, comunes. Creo en el performance como una inspiración átmica, de acciones con la intención de transmutar nuestra comprensión de lo real.

Es por mi filiación espiritual que me inclino a encontrar analogías entre la propuesta semiótica de Peirce y la teosofía de Geoffrey Hodson (1977). Reconocer los puentes entre ciencia y espiritualidad es parte de mis búsquedas teóricas y de experiencia personal y profesional. Entiendo que la filosofía Peirceana es teísta, y que él destaca la unidad entre ciencia y religión, al sostener que se apoyan mutuamente en lo que sería una continuidad de instinto, sentimiento y razón. La ciencia, sin las formas emotivas y experienciales de la religión, sería mero cientismo, una teoría ineficaz y sin inspiración, y la religión sin ciencia se convertiría en ciega e incapaz de crecimiento.

De acuerdo con Peirce las ideas típicas de Primeridad son cualidades de sentimiento, o meras apariencias. El color escarlata de las libretas reales, la cualidad misma, vívida, como un grado de perturbación de la conciencia, independientemente de que sea percibida o recordada: «La idea del instante presente, que, ya exista o no, se piensa naturalmente como una unidad de tiempo en la que ningún pensamiento puede tener lugar ni ningún detalle se puede separar, es una idea de Primeridad.»

Si bien el arte del performance pertenece al género de lo conceptual, existe en el momento de la acción un flow, un «dejarse ser actor en estado puro, entrar en trance», instante de Primeridad, en que el performer se convierte en centro y catalizador de las energías de la escena. Es el punto en que se concentra el todo y el vacío. Cuando un performer es visible en el sistema cultural, y escenifica un statement sin esfuerzo ni fricción, absolutamente presente, se construye una acción relevante. Es humano ser adictos a grados de revolución en la conciencia a través del arte.

Consecuencia de mi práctica espiritual considero que una persona, mientras más construye su carácter a través de la purificación, la consciencia y la voluntad, ejercita de forma más frecuente su contacto con la Primeridad, con la manifestación de lo inmanente en lo cotidiano, con la revelación del principio del Ser superior en todas las cosas.

La Segundidad ocurre cuando se da la comunicación entre artista y espectador. para que este encuentro suceda, se pone el foco en el performer a través de luz, color, sonido, y se eliminan distracciones. Por eso apagan las luces en las salas de cine, para «introducirnos» en la realidad cinematográfica. En términos generales, la Segundidad es un grado intangible de la percepción en la experiencia.

En el terreno de la Segundidad, Peirce nos habla de la experiencia del esfuerzo, que existe con la resistencia, ya que el esfuerzo sólo es tal en virtud de oponerse a otra cosa. Advierte que habla de la experiencia, no del esfuerzo. La Segundidad genuina consiste en una cosa que actúa sobre otra -acción bruta.

La experiencia del arte de la acción es diferente para quien crea la obra, para quien colabora en la compleción de dicha experiencia, y/o para quienes forman parte de la audiencia. La Segundidad sucede cuando un espectador se relaciona con la obra.

Al realizar un análisis a posteriori acontece la Terceridad. Intentamos aprehender lo sucedido, aquello que no logra incluirse en las palabras con que definimos la experiencia, eso que se asemeja a una realidad superior y trascendente. mientras tanto, discursamos y teorizamos mediante ideas tales como las de Verdad, Justicia, Fe, Voluntad, Amor, Libertad, Creatividad.

La Terceridad es el proceso en que el discurso de los acontecimientos nos obliga a pensar si ¿los signos son genuinos, degenerados, o de qué grado de legitimidad? Cuando discursamos con relación al signo, o la obra, y su posible relación con otras cosas, acciones o conceptos.

Para Peirce la Terceridad consiste en lo que desglosamos gracias al lenguaje y la Ley. También hablamos de un proceso de evocación, de traer al lenguaje y a la conciencia un algo experienciado. Podemos realizar una analogía con la labor intelectual de los teóricos del arte -profesionales en semiótica, curadores, críticos, historiadores, estetas, etc.- quienes traducen, describen, sintetizan y valoran la cualidad de las propuestas performáticas. Es decir, dichos profesionales ejercitan con su discurso la Terceridad. Considero que es menester ligar el desarrollo de la teoría del arte con los valores como la ética, porque estoy convencida de que una intelectualidad sin corazón se vuelve estéril y árida. He establecido un compromiso personal a fin de colaborar con la inclusión de lo humano, lo ético y lo espiritual en el espacio de las artes conceptuales, y esta convicción permea mi obra como una constante estilística que me da fortaleza. La interpretación de los signos a través de la relación de la Terceridad con el lenguaje y la Ley me resulta fascinante. En la construcción de argumentos ejercitamos el pensamiento interpelante, la memoria, la percepción, las posibilidades de regeneración y transmutación. Uno de los más altos logros de las mentes brillantes es aprender a escuchar Las Revelaciones del Silencio, los signos del vacío, a través de una alta meditación, cuando la capacidad analítica se combina con dignidad, amor, tacto, diplomacia y humanidad. En ese momento no estamos sólo en presencia del acto ególatra del conocer, o del acto reflejo o instintivo de acumular conceptos, sino que contemplamos en el alma del otro nuestro magnífico reflejo en paz, templamos nuestro uso del lenguaje y manifestamos nuestro intento con la inmaculada luz de la Sabiduría.

En esta cuasi-autopsia que la semiosis establece del funcionamiento perceptual, me cuestiono si las experiencias performáticas son una o múltiples. ¿La experiencia, el signo, el performance, sucede en el momento de la acción en tiempo real, en el de la acción documentada, en el de la acción multirreproducida gracias a tecnologías digitales, o en todas las anteriores?

Entre mis objetivos como performer está la Re-evolución Sistémica, de ahí que en mi ejercicio de proyectos multidisciplinares basados en la investigación, he disfrutado con la propuesta de géneros híbridos como Rock Zen (combinación de música rock y mantras), Teatro Conceptual (combinación de teatro clásico, música en vivo, poesía sonora, video arte y performance), Perfofaction (combinación de performance, documental y ficción), Performance Serial (realización de performances como arte procesual, acotados en una serie). También me avoco a la creación de alter egos -nueve a la fecha-, quienes trabajan hacia los objetivos de diversos sistemas culturales.

Por ejemplo, mi heterónimo Drag Queen June Iris Goldstar, sacerdotisa artivista, colabora con la comunidad LGBTIQ+ por los derechos de la diversidad sexual, la inclusión y la equidad. De forma semejante, cuando soy Vamp Iris Atma Ra, y escenifico el proyecto de performance serial «La Victoria de la Esfinge» me relaciono con temas como la dicotomía del caos y el orden, y las artes místicas de la transmutación. Mientras que Hmädi Iris México, conocida como «Spicy» se aboca al artivismo en la política cultural, la justicia social y los derechos humanos. Las audiencias que me interesan no se reducen al público que conoce o sabe de performance y las instituciones que lo validan en el sistema del arte. Agradezco la inclusión en Bienales y en los espacios consagrados por las autoridades artísticas, pero también me parece indispensable el trabajo con audiencias a quienes sorprender, quienes podrían ignorar lo que es el performance, o que incluso, son ajenas a las temáticas de las propuestas. Audiencias, en plural, diversas, «reales», con quienes podemos generar experiencias e incidir. Por lo tanto he llevado mis acciones a la calle, a los medios de comunicación, a la Internet, a escuelas, universidades, a la red de Casas de Cultura, incluso a mercados y espacios de convivencia social en colonias y poblaciones de escasos recursos. En otras palabras, por ejemplo, el discurso a favor del respeto a la diversidad sexual no tiene tanto sentido en un espacio que conoce y es afín a dichas ideas, pero cobra un carácter provocador, artivista y singular cuando toma las calles o se planta frente a círculos conservadores, o incluso homofóbicos y propensos al bullying. Podemos imaginar que si en el futuro, en un mundo ideal, donde todos respetemos los derechos humanos, practiquemos la ética, los valores, el respeto a la ecología y la inclusión con las personas de todos los grupos, independientemente de su raza, nacionalidad, sexo, orientación genérica, edad, educación, o situación económica, la escenificación en el arte del performance de «luchas por la inclusión y los derechos de todos y todas» sería sólo una memoria de lo sucedido, y una celebración por lo logrado. Hasta ese día, quienes llevamos discursos de justicia, humanidad, compasión, amor incondicional al campo de la psicología social y de lo artístico enfrentamos un reto que habita entre la provocación, la perfo-política y la educación comunitaria. Es en esa territorialidad donde el performance puede ser realmente activo, renovador de conciencias, inseminador de debates, aleccionador e inspirador. Es en ese camino en el que me interesa colaborar, independientemente de los obstáculos que tengo que sortear en el proceso, para discursar a favor del la unión de las almas por el bien común a través del arte.

En síntesis, ¿podemos en algún momento encontrar una convergencia entre lo espiritual y la ciencia? Sí, es posible, por la gracia del reino del corazón. La semiótica y sus signos son puentes, andamiajes de la razón que lograrán su objetivo, sólo si nuestro actuar en el mundo es movido por un corazón iluminado.

Referencias:

  • Skorupski, John. (1985) Símbolo y teoría. Premia Editora.
  • Peirce, Charles S. (2006) Carta a Lady Welby. Traducción castellana de Ignacio Redondo.
  • Hodson, Geoffrey. (1977) The Seven Human Temperaments. The Theosophical Publishing House. India. England. USA.

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