@raalkivictorieux, Master Ra’al Ki Victorieux
Conoce más sobre el trauma de amalgamiento y sus efectos en las relaciones interpersonales. Aprende a sanar y establecer límites saludables. #TraumaRelacional #Sanación #Autonomía https://wp.me/p3JLEZ-43Q
El trauma de amalgamiento, conocido en inglés como “enmeshment trauma”, es un tipo de trauma relacional que puede afectar significativamente el desarrollo personal, la identidad, la autoestima y las habilidades de relacionarse saludablemente con los demás. Este tipo de trauma ocurre cuando existe una falta de límites claros en las relaciones, lo que puede derivar en una profunda codependencia y en la pérdida de la autonomía personal. Desde la infancia, la falta de límites saludables impuesta por los padres o tutores puede causar estragos en la formación de la identidad y la autoestima de un individuo. En este contexto, es crucial comprender cómo el proceso de individuación y el establecimiento de límites personales contribuyen al desarrollo de relaciones sanas y equilibradas a lo largo de la vida. A través del reconocimiento y sanación de este tipo de trauma, es posible transitar hacia una vida más plena, reconociendo la importancia de la autonomía y la capacidad de establecer límites saludables en las relaciones interpersonales.
Trauma relacional
Los traumas en las relaciones interpersonales se causan por abusos, abandono, falta de desarrollo autónomo, u otros tipos de problemas. Cuando suceden desde la infancia, esto puede causar problemas que impiden un sano desarrollo en la personalidad, ya sea de identidad, autoestima, conductuales, y/o de socialización a futuro. En términos generales, se considera que pueden estar causados por violencia directa (abuso físico, sexual, emocional, mental), violencia pasiva (abandono, rechazo), y/o amalgamiento, conocido como enmeshment (falta de límites, lo que perjudica la identidad, vulnera el poder personal, la independencia). Los traumas relacionales en general causan estrés postraumático. Algunos de los síntomas pueden ser: Falta de regulación emocional, ausencia de límites, y “mecanismos de adaptación a la violencia” (recursos que han servido a la víctima para convivir con el agresor que usualmente son los padres, familiares cercanos, o la pareja), como: Severa autocrítica (se ha internalizado al artífice de la violencia), técnicas evasivas, de disociación social o de la realidad. Tales síntomas ocasionan reiterados problemas en las relaciones porque a través del tiempo se repiten los patrones de codependencia, necesidad o manipulación, y cuando la víctima trata de salir del círculo viciosoa, podrían terminar causando ansiedad social y aislamiento.
Sin embargo, la cura a un conflicto relacional, no es con el aislamiento, sino a través de aprender a reconocer y sanar el trauma, así como transitar las etapas que probablemente no se cumplieron en el desarrollo: construcción de una sana individuación: identidad propia, confianza en el propio poder, autoestima.

Trauma de amalgamiento (enmeshment trauma)
Cuando eres un bebé, te sientes uno con los demás, con tu entorno, eres muy sensible a lo que sucede a tu alrededor, y te identificas con ello, tu vida depende de esto. Ahora, al crecer, los padres o tutores podrían asistirnos a desarrollar límites saludables, entonces aprendemos a diferenciar lo que somos y nos gusta, de lo que son otros, en una sala convivencia. ¿Pero qué sucede si tus padres en lugar de ayudarte a desarrollar una identidad independiente, con límites sanos, desean que los complazcas, que los espejees, que llenes sus necesidades, o que seas un “mini-me”? Entonces, experimentarás lo que se conoce como una “familia muégano”, y en inglés se llama “enmeshment trauma”.
Cuando la persona es un niño o niña, es más vulnerable a las violencias, con más razón si estas vienen de los padres, tutores o familiares (les llamaremos “la autoridad”), debido a que el infante depende del cuidado y protección de estas personas. En algunas familias las violencias están normalizadas. La violencia de amalgamiento se da cuando la autoridad “invade” el espacio, la autoridad, del infante. Por ejemplo:
- Los padres deciden lo que los hijos quieren o deben querer: En lugar de preguntarle al niño si tiene o no hambre, y si quiere comer una paleta de vainilla o chocolate, le enseña a comer cada vez que se le de alimento, y comer lo que la autoridad decida. Pondré un ejemplo de una situación en la que uno puede reconocer este amalgamiento: Estuve en un evento familiar, y conversé con un par de gemelas de alrededor de 11 años. Les pregunté si les gustaba más el helado de vainilla o coco, ya que yo tenía la misión de repartir paletas de a los presentes. La respuesta de ambas fue: -No lo sé, pregúntale a mi mamá.
- Los padres deciden la vocación, misión de vida, carrera de los hijos: Contrario a interesarse por ayudar al infante a encontrar y seguir su vocación innata, la autoridad le hace seguir la carrera prevaleciente en la familia, atender el negocio o la empresa que han fundado los ancestros. No habría problema si honestamente la vocación del niño o niña coincide con la tradición profesional familiar. El conflicto viene cuando se critica o avergüenza a un infante artista en un clan de empresarios, o a un pequeño emprendedor en una familia de intelectuales. El problema se agrava cuando la autoridad no sólo conduce al sujeto a seguir una carrera equis sin preguntar antes por la vocación del niño o joven. Este ejemplo es más “cercano a casa”, es decir, aunque llevo 30 años de carrera en las artes, mi familia es de emprendedores y comerciantes. Por la diferencia profesional, en muchas ocasiones he sentido que me ven como por debajo del hombro. Esto permea las interacciones en momentos como cuando cuento algún proyecto artístico que me emociona, pero su respuesta inmediata es -¿Y cuánto te van a pagar? Como para descalificar mi esfuerzo o valor artístico si este no tiene un equivalente en dinero. A veces tengo la fantasía de invertir papeles: Me imagino que cada vez que ellos cobraran un cheque hubiera una voz interior que les dijera “¿y qué trascendencia artística, histórica o social tendrá eso?” Sólo imaginarlo hace que me sienta mejor, creo que es una venganza inocente. Jejeje. Cuento estos ejemplos para ilustrar la divergencia entre una familia… digamos de herreros, y un descendiente interesado en viajes espaciales, o como le sucedió a Billy Elliot, quien tuvo que mostrar una y otra vez su pasión por la danza, para lograr vencer la resistencia familiar y de género y convertirse en un bailarín profesional. Si no conocen la historia, les invito a ver la película o la obra de teatro.
- Los padres desean la fama, el reconocimiento o el dinero de los hijos: Otra ocasión de amalgamiento es cuando la autoridad presiona al joven a que logre fama y reconocimiento o dinero, para lograr los beneficios por cercanía. Algunos ejemplos, son las madres que llevan a sus hijas por multitud de concursos de princesas, competencias deportivas, o carreras profesionales que brindarán relevancia social, aunque realmente estas actividades no motiven a sus vástagos. Pongamos por caso un padre que nunca fue brillante en el tenis o en círculos sociales, pero desea ese reconocimiento o relevancia. Seguramente estará interesado en el desarrollo deportivo de su hija o hijo, y presumirá cuando este gane torneos, como si fuera él mismo quien hubiera ganado los trofeos.
- Los padres hacen que sus hijos sean padres o esposos sustitutos: La parentificación es otra ocasión de amalgamiento. Hace referencia a cuando un niño se ve obligado a asumir el papel de un adulto. Cuando una madre o padre se separan de sus parejas, a veces, “relegan” en el hijo o hija mayor, o en aquel que es del sexo del padre desaparecido, o más cercano o sensible, el papel de que debería cumplir el ausente.
La parentificación se da en dos tipos: Instrumental y emocional. 1. La instrumental involucra cuando el niño o niña tienen que realizar tareas físicas de trabajo o cuidado doméstico por la familia, como cuidar de un pariente enfermo, o asistir a los hermanitos. Como “padre, madre o cuidador”, el padre se apoya en el hijo como si los roles se invirtieran, haciendo de su hijo un protector. Esto sucede generalmente cuando los padres son adictos, enfermos o tienen otras razones que los incapacitan para cuidar de ellos mismos. En este caso, si hay más hermanos, el hijo elegido termina siendo el cuidador o responsable también de sus hermanitos. 2. La emocional ocurre cuando un infante o joven es puesto en el papel de confidente de un padre, o mediador entre estos, u otros parientes mayores. La “esposificación“, los padres violan los límites personales del hijo, quien se convierte en “conyuge”, compañero emocional. El incesto emocional, en los peores casos es incluso sexual, encubierto o explícito. Esto “rompe” el orden psicológico de una familia, en el que los adultos son los que dan, y los niños reciben, sin culpa u obligación de retribuir inmediatamente o de la misma manera.
Estos niños que ejercen el rol de padres son muy comunes. Un ejemplo: Mi madre nació en 1942, así que cuando se encontró con que tenía que ganar suficiente dinero para mantener a su familia, el termino parentificación no era conocido. Su padre (mi abuelo) había perdido el oído, y su madre (mi abuela) tenía que quedarse en casa a cuidar de sus 5 hermanos. De tal forma, que mi mami, Martha, creció siendo la responsable del soporte económico de sus padres y sus hermanos, por lo que inició a trabajar desde los 15 años. Durante su primer matrimonio, su esposo conservó la tradición de enviar una mensualidad para el soporte de mis abuelos y tíos. Después del divorcio, mi madre continúo siendo la responsable de financiar las carreras de sus hermanos varones, Guido y Robert. Esta responsabilidad la conservó a través de sus segundas nupcias, con quien fue mi padre, y aún después del segundo divorcio. Esta parentificación le robó parte de sus sueños y recursos durante su infancia, adolescencia, y edad adulta. No tuvo el apoyo para poder estudiar y lograr mayor desarrollo profesional. No encuentro que ella guarde rencor ni a sus padres ni hermanos por el rol que le tocó jugar en la historia familiar: La joven que ella fue, tomó la responsabilidad de mantener una familia de 8, desde que era una quinceañera y hasta que sus hermanos se casaron o independizaron. Siento que mis tíos son conmigo más como hermanos distantes, ya que han sido “criados” en parte por mi madre: pocas veces han estado ahí para cuidarme como tíos, autoridad, segundos padres o personas mayores. Esta experiencia la cuento para explicar de que manera los “ordenes de autoridad” se trastocan cuando existe la parentificación en un círculo doméstico.
En cualquier forma de parentificación, el niño o la niña se esfuerzan por cumplir con roles y responsabilidades de adultos, sin reconocimiento o apoyo por los otros, lo que causa que una parte de ellos quede hambrienta de afecto, protección, y del amor incondicional que debería brindar una familia, que ahora le demanda ser la fuente de esos recursos. Es una traición a las expectativas normales de amor y cuidado del niño. Padres que sufrieron lo mismo, y aún no han resuelto su privación física o emocional, suelen infringir este daño en sus hijos. También, los hijos parentificados tienen un riesgo más alto de sufrir depresión, ideas suicidas, ansiedad, y baja autoestima. Algunos profesionales argumentan que no todas las parentificaciones son negativas, y que en algunos casos, el niño se beneficia de ser tratado como un individuo capaz de tomar el rol de proteger a la familia. Sin embargo, cuando un niño es tratado como “conyugue sustituto”, aunque pueda ser un reconocimiento de sus capacidades, y de lo especial que son, no deja de ser un rol amenazante para su edad y desarrollo saludable, en el que además se encuentran atrapados al ser dependientes del padre o la madre. Y por supuesto, regresamos al problema de los límites. En este contexto, no hay reconocimiento ni de la autonomía, ni del verdadero ser del pequeño.
Los padres borran los límites sanos, la identidad, de sus hijos: En resumen, en una relación de amalgamiento, los límites personales son permeables, poco claros… ¿Dónde terminan los deseos del padre o la madre, quien de forma encubierta y manipuladora ha logrado que su hijo o hija viva para complacerle?, ¿puede reconocer lo que ha hecho, o incluso no se da cuenta del amalgamiento que ha generado? Un pequeño en una familia así, ¿ha tenido espacio y oportunidad para ser y expresar algo diferente a lo que se le ha indicado “por su bien”?
Las familias disfuncionales causan el trauma de amalgamiento. Muchos padres ven a sus hijos como algo que “les pertenece”, y por lo tanto justifican las acciones que toman para dirigir a esta persona hacia lo que ellos consideran apropiado o correcto. Esto no es un ataque particular a los padres o a las familias, es sólo una descripción de una realidad común: Muchos padres tratan de moldear a sus hijos con relación a lo que ellos consideran más conveniente, según sus deseos. Pero no han puesto atención en los deseos y las necesidades de los hijos. Este proceso se da por hábito, por aprendizaje, así los criaron sus propios padres, así es la cultura dominante… Basta recordar el drama de Romeo y Julieta, en que los padres de los enamorados preferían sostener las disputas familiares que conocer, respetar y apoyar los deseos y necesidades, la vida de sus hijos. En general, los padres que causan trauma de amalgamiento, pueden hacerlo de forma inconsciente, mientras suponen que actúan por el bien de sus hijos, esos hijos que no se han dado tiempo de conocer… Esto crea luz de gas (gaslight) para el niño o niña, ya que mientras se le lastima -se ignoran sus deseos y se le condiciona para hacer lo que los padres quieren- se le dice que es por su bien. Eso no se siente bien… sin embargo, a fin de sobrevivir en esa dinámica, el niño aprende algo terrible: que las relaciones de amor implican dolor y la renuncia de uno mismo: sacrificar sus necesidades, deseos y verdad por la de otra persona. Lo dramático y a veces trágico es que el adulto pondrá en escena esa “idea sacrificada del amor” en sus relaciones.
Lo deseable sería que los padres supieran como honrar la oportunidad de recibir a un individuo, un alma única, con su propio destino, y con amor incondicional, ayudarle a desarrollarse de la forma más conveniente, en respeto a sus deseos y verdad. ¿Cuántas conversaciones recuerdas entre padres e hijos donde en lugar de adoctrinar, dirigir, regañar, culpar, reclamar, se opte por preguntar, fomentar la curiosidad, el descubrimiento, la toma de desiciones, facilitar el cultivo de sanos límites, y formas de relacionarnos y servir en sociedad?
Tal vez te preguntas ¿por qué alguien renunciaría a su identidad independientemente de los deseos de sus parientes? En las familias muegano, la resistencia -mantener un sentido de sí mismo- trae consecuencias negativas: abandono, la ley del hielo, castigos, dejar de recibir apoyo financiero, emocional, ser el centro de las críticas y burlas, etc. En este contexto, la persona tiene dos opciones:
1. Consciente o inconscientemente, con o sin resentimiento, aceptas los “castigos” -la “camiseta” del “malo”, o “inútil”, o “loco”, las burlas, ser el chivo expiatorio (Chivo expiatorio: A tu familia no le gustas), la oveja negra, que te dejen de hablar, invitar, apoyar, incluir- en un intento por resistirte al control. Lamentablemente, eso no suele liberar la persona, quien usualmente, por culpa o resultado del adoctrinamiento, termina por internalizar al “mal padre o madre” y tener un severo crítico interior que lo paraliza y le impide ser quien realmente quiere ser.
2. Consciente o inconscientemente, con o sin resentimiento, renuncias a tu propia identidad, con tal de pertenecer de forma armónica y cercana al grupo familiar. Los espejeas: Perteneces al mismo círculo social, trabajas en lo mismo, te vistes como ellos, actúas como ellos, hablas como ellos, sientes como ellos, piensas como ellos, deseas lo que ellos, etc. Eres una copia al carbón de lo que son o de lo que desean ser. Los beneficios son un alto sentimiento de pertenencia, El problema es que todas las personas nacemos con un sentido de verdad, de quien somos, que pensamos, que deseamos, que soñamos con lograr y representar… De ahí la insatisfacción a pesar de la pertenencia.
Si la persona no sana el amalgamiento en su vida adulta, repetirá los patrones de 1. resistencia o 2. codependencia en sus relaciones, porque esa es la forma en que aprendió a relacionarse en su infancia. Al adulto que alguna vez fue este niño, le llevará años de terapia cambiar esta práctica y concepción muegano y codependiente del amor… a fin de lograr encontrar una forma de amar que le permita ser él mismo, tener un sano sentido de sí, y convivir en confianza con otros, tener una sana relación con los demás.
Autonomía vs. codependencia o narcisismo
Autonomía es tener un sentido de uno mismo, reconocerse como diferente a los otros. Es poder elegir libremente, sin culpa, y expresarse, actuar, en base a los propios deseos y necesidades. La persona puede relacionarse y convivir con otros, mientras es fiel a sí misma. En la infancia, hay un momento en que los niños aprenden el significado del “no”. Empiezan a comprender y defender sus límites personales. Se preguntan: -¿Cómo me siento?, ¿esto me gusta, o no me gusta? Y aprenden a expresarlo. Este proceso es muy importante en el desarrollo personal.
Cuando un niño encuentra resistencia de la autoridad (papá o mamá) cuando dice “no”, en vez de aprender cuáles son sus deseos y necesidades, se enfoca en detectar cuáles son los deseos y las necesidades de la autoridad a fin de complacerla y evitar problemas o consecuencias negativas. Los niños saben que su sobrevivencia depende de su relación con los padres y la familia, así que para mantener la cercanía, renuncian a sí mismos. Como en el ejemplo de las gemelas que al preguntarles si les gustaba el helado de vainilla o coco, contestaban que había que consultar a su mamá, no a ellas. Cuando el desarrollo de la autonomía es vulnerado, la persona se reprime, está desconectada de sus impulsos y sueños, y actúa con el fin de ser un espejo, servir o complacer a sus padres, pareja, o personas cercanas.
Las personas sin autonomía son codependientes, como en el caso de las Mujeres Que Aman Demasiado, carecen de límites personales saludables. Se ha llegado a considerar que quienes manifiestan trauma de amalgamiento, presentan síntomas semejantes a los de las víctimas del Síndrome de Estocolmo, es decir, presentan sentimientos de afecto y complicidad con sus agresores. Con el fin de pertenecer en una relación, se pierden a sí mismos. Los adultos codependientes tienen relaciones en que abandonan su sentido de sí, experimentan una gran necesidad del otro, lo que los lleva a sentirse “consumidos” en el otro”, en una experiencia claustrofóbica, por lo que a veces terminan rechazando la relación. Al no tener un gran sentido de sí, buscan personas que tengan una personalidad fuerte. Ya sean estas personas positivas o negativas (narcisistas), ya sea que se le pida o no que se sujete a los deseos y necesidades de su pareja, el codependiente aún renuncia a sí, y luego se resiente por ello. El problema sin resolver es que al no haber desarrollado autonomía, un sentido sano de sí mismo, la persona anhela ser uno con el otro (condicionamiento infantil por trauma de amalgamiento), al mismo tiempo que busca su independencia (necesidad innata de los seres humanos), y estas fuerzas están en conflicto constante. La intimidad se ve al mismo tiempo como una necesidad y una amenaza, por eso sus relaciones con como un sube y baja, o un jalar y empujar constante.
Cuando hablamos de trauma de amalgamiento, hablamos de un trauma del desarrollo: con maniobras explícitas y encubiertas, la autonomía de la persona fue censurada, impedida, castigada. Algunas personas reconocen que son una persona “separada” de sus padres y/o de su familia hasta que inician un proceso de sanación emocional, mental… Para sanar el trauma de amalgamiento, la persona debe desarrollar y practicar un sentido de sí misma, tener el valor de hacer los cambios necesarios, aprender a relacionarse sin estrategias codependientes o narcisistas, practicar el reconocimiento y la expresión de los límites personales. Lograr una vida que te satisfaga, será sólo el resultado de vivir una vida auténtica: de descubrir y cultivar tus necesidades, emociones, pensamientos, preferencias, tu verdad.
Nuestros cuerpos energéticos
Cada ser humano es un alma superior, conectada con el alma encarnada, y esta energía átmica, rodea los cuerpos mental, emocional, y físico. En las personas comunes, sin disciplina espiritual, la conciencia está distraída en la discordia humana, y en su confusión creen que el cuerpo físico es el único o el más importante, y que “dentro” de este cuerpo físico se contienen las emociones, la mente y el alma o espíritu, cuando en realidad es a la inversa: El cuerpo físico es el más pequeño de los cuerpos, y está contenido en otros que son más intangibles, libres, y que son parte de su integridad como ser.
En el proceso de crecimiento de infancia a adultez, la persona se pregunta ¿quién soy, qué deseo, cuáles son mis valores, talentos, o vicios y sombras? En ocasiones, la persona trata de ser cada vez más consciente para lograr convertirse en la mejor versión de sí mismo en su tiempo y sociedad. En estos casos, debido a la intención positiva y la voluntad y persistencia, es posible lograr cultivar no sólo un estado de salud física, sino también emocional, mental y espiritual. Los cuerpos se diferencian de su entorno con límites sanos, y se manifiestan con una luz brillante a través de aura, los chakras y las conexiones energéticas de la persona con el planeta, con personas positivas, y con su alma superior y maestros espirituales. La practica espiritual, a través de la meditación, y el servicio, permiten lograr el desarrollo del Antahkarana y la Alineación.
Otras veces, el individuo se rinde a fuerzas externas, negativas, ya sea por debilidad ante las tentaciones, y/o por la coerción o violencia de otros. Los chakras y el aura están contaminados, los límites son porosos, presentan daño: desgaste, rupturas, plagas, parásitos, etc.) En estos casos la persona tiene poca o nula conexión con su alma superior, y sus cuerpos mental, emocional y físico experimentan caos, confusión, y/o enfermedad.
En el plano energético somos conscientes de que a través de las relaciones creamos vínculos o lazos de energía. Cuando nuestras relaciones son armónicas y amorosas, estos lazos son de luz brillante, (el rosa pálido es un color del amor y la amistad), y nutritiva. Sin embargo, cuando las relaciones son dramáticas, violentas, los lazos son oscuros, y nos roban energía. Ciertas relaciones conflictivas tal vez pueden transmutarse a través del diálogo, la gratitud y el perdón. Otras relaciones son desgastantes, negativas, e inútiles, en estos casos es bueno aprender a soltar, y sanar. Te comparto estas meditaciones que podrían ser útiles: Meditación para sanar la traición, Meditación para Liberar Emociones de Abandono, Exclusión, Crítica, Censura, Meditación para Cortar Cordones, Entidades y Programas Negativos, Meditación en el Perdón y la Bondad Amorosa, Meditación en Gratitud. Bendice la relación, lo que hayas aprendido de la experiencia, aunque esta haya sido negativa, y deja ir.
Límites y las relaciones
Un límite es la consciencia, la claridad, en quién eres, qué te hace feliz, qué estás dispuesto a hacer a partir de tus valores, integridad, deseos, responsabilidad: tu verdad. Lograr establecer límites claros significa diferenciar la verdad, los pensamientos, sentimientos, deseos, de uno y de los demás y actuar en consecuencia: Con respeto a la identidad personal, y en diálogo y búsqueda de consenso explícito con los otros.
Los límites físicos incluyen tanto el contacto físico como el respeto al espacio que te rodea. Sólo tú puedes definir quién puede tocar tu cuerpo, darte muestras de afecto (besos, abrazos), ingresar a tu casa, o tomar tus cosas. Es importante enseñar a los niños a expresar sus límites físicos, verbalizarlos, ser explícitos en si desean un abrazo, o prefieren que no los saluden de beso. También es positivo, educar en los límites sexuales, y en la necesidad de consentimiento verbal. Así mismo, no dudes en denunciar conductas inapropiadas, insultos, discriminación, contactos físicos inapropiados, violencias, etc.
Algunos síntomas de que tienes problemas con establecer límites saludables son la incapacidad de expresar tu enojo o preferencias, la tendencia a evitar conflicto (en ocasiones las adicciones son una forma de evasión), un estado depresivo o ansioso:
- Un amigo te dice que te gustará una película, y no te atreves a contradecirlo aunque esto no sea de tu interés.
- Te piden que te quedes en el trabajo horas extras, sin paga, y aunque sufras de exceso de trabajo y desgaste profesional, no te atreves a concertar un mejor arreglo.
- Quieres desarrollar mejores hábitos, pero te falta la fuerza de voluntad para actuar en consecuencia, pierdes la motivación, no sientes que valga la pena seguir adelante, te abandonas constantemente.
- Por mucho que te enojes con alguien, evitas manifestar tu problema, aunque después lo sigas saludando pero estés resentido.
- Te pasas el tiempo muy ocupado, preocupado o deprimido y ansioso, o manifiestas adicción al trabajo, al sexo, o alguna sustancia, con el fin de evitar atender tus emociones y necesidades verdaderas.
Para comprender mejor los límites, los podemos dividirlos en:
- Sanos: La persona puede decirnos, tranquilamente, sin agredir, o culpar, y sin disculparse, sus necesidades, preferencias, o cuando una situación le molesta: -“Para mí es importante que tú…” -“Me gustaría que tú…” “-Eso no me gusta.” “-Me siento incomodo cuando…., preferiría que tú…” También puede aceptar y comprender que otras personas en ocasiones le digan que no. Pone límites a otros, o a sí mismo, y tiene la fuerza de voluntad para respetarlos y actuar en consecuencia.
- Porosos: Síntoma de codependencia, compartir en exceso. La persona pierde un sentido de sí, acepta violencias explícitas o pasivas. Se puede manifestar como indefensión aprendida.
- Rígidos: La persona se aísla, y erige muros, en una actitud defensiva. Se da en casos como el de los Hikikomoris, fobia, y aislamiento social.
Los límites se practican en las relaciones, tú tienes la respuesta de con quienes y cómo relacionarte. Digamos que invitas a dos conocidos a tu casa. Uno es respetuoso de tu espacio personal, y antes de invadirlo, te solicita tu permiso. Por ejemplo -“Veo que tienes muchos ejemplares de tal o cual, a mí también me agradan, ¿me dejas ver uno?” El otro se “acomoda” en tu oficina y sin pedir tu autorización, toma un ejemplar de -lo que sea, un video, libro u objeto decorativo- y con el objeto en la mano sigue platicando contigo como si nada. Es lógico asumir, que si este patrón se repite, con relación a los límites, que el primero tiene limites saludables, espera que tú autorices o te niegues a prestar equis objeto, mientras que el segundo probablemente viene de relaciones de amalgamamiento, donde no se reconocen límites, y por lo tanto no tiene protocolos saludables para respetar tu espacio y pertenencias. Si tienes dudas puedes preguntarle un poco más con relación a sus relaciones de familia o pareja, escucha y pon atención para que puedas diferenciar entre una persona que puede relacionarse sanamente -independientemente de su pasado-, o que aún tiene trauma relacional. ¿Te sentirás cómodo con alguien que no pueda honrar tu espacio personal, -comunicar sus necesidades y esperar tu respuesta- sino que simplemente toma lo que en ese momento desea? ¿A cual de los dos volverías a invitar, con quién te gustaría cultivar una amistad?
No sugiero que evites a todas las personas que tengan traumas relacionales, pero sí te invito a ser más observador y tomar de forma consciente la decisión de con qué tipo de personas deseas convivir de forma cercana. Recuerda que hay personas y relaciones tóxicas, y si algunas sólo traen trauma o drama a tu vida, y cero aportes, sería mejor que te alejes de ellas. Así como todo lo que haces impacta en tus relaciones, también lo que tus amigos hagan impactará tu bienestar.
Algunas personas encuentran más fácil poner límites con los amigos, pero les es difícil establecer límites con la pareja o la familia. ¿Cómo son tus límites?, ¿con quienes puedes ser tú mismo y con quien te es difícil permanecer fiel a ti? Recuerda, tus necesidades son importantes, aprende a reconocerlas y comunicarlas. En términos generales, te sugiero que dediques tiempo a aprender con relación a los siguientes temas:
- Alfabetización emocional: Reconocer y honrar tus emociones y necesidades.
- Reflexión en los valores y las virtudes. Tal vez te sirva leer: Meditación en las Virtudes
- Autocuidado, autoestima. Cuidar tu mente, tus emociones, tu cuerpo. Te sugiero inviertas unos minutos en auto apapacharte. Aquí encontraras algunas ayudas: La Historia de las Cuatro Velas, Para tu cuerpo físico El estado alcalino y la sanación, Afirmaciones para la Prosperidad y la Abundancia Recomendaciones para la Sanación Sexual en Mujeres Para tu cuerpo emocional Afirmaciones para Transmutar la Ira, Afirmaciones de Luz y Amor, Meditación en la Autocompasión Para la mente Meditación para Sanar tu Espacio Mental y Espiritual
- Herramientas de contención emocional y desarrollo espiritual: Manejo de estrés, meditación, ejercicio, respiración, etc. Te podrían interesar estos contenidos: Kit de Auto-Purificación Energética, Cómo Mantener tu Aura Saludable, Afirmaciones para la autoaprobación de la depresión, Afirmaciones para la Autoaprobación del Perfeccionismo y la Inseguridad, Meditación de Vajrasattva, Meditación en Corazones Gemelos, Meditación por la Paz Planetaria
- Cultiva la autonomía y la autoafirmación. Afirmaciones de Vida, Afirmaciones: Yo Soy el Verdadero Yo, Yo Soy Suficiente, Afirmaciones para la Autoafirmación, Conozco y Expreso mis Necesidades; Yo Soy Asertivo, Sí, Tú Puedes.
- Diálogo, habilidades de comunicación: Encuentra la forma de conversar y expresar tus objetivos de forma clara y pacífica. Te invito a leer: Cómo discutir con un gato,
¿Deseas relaciones en las que reconozcan tus deseos, tu forma de ser, y pensar? Sugiero que te inclines primero por tener claridad en tu identidad, y manifestar respeto por los demás, así como por elegir personas que hagan el mismo trabajo: sepan defender sus valores y límites, así como reconocer y honrar los tuyos.
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