Ra’al Ki Victorieux
El Cuerpo de Cristo, en el sacramento de la eucaristía, es motivo de celebración cada año en la Iglesia católica 60 días después del Domingo de Resurrección. Esta celebración nos recuerda trabajar por la conciencia divina en nuestra vida, esa es la invitación de la comunión, dar bienvenida al Cristo Jesús en nosotros, despertar ese sol de nuestra conciencia, la inspiración para actuar en amor y voluntad divina.

Gratias agamus Domino Deo nostro, por Christum Dominum nostrum
Demos gracias al Señor, Dios nuestro, por Jesucristo nuestro Señor.
Ludwig Fischer, en su libro La Liturgia Fuente de Vida, nos recuerda que el amor que fluye del corazón, es el que puede renovar nuestro mundo. Es el amor el que debe sanar nuestras llagas, por lo que la invitación de esta celebración es para «Caminar en el amor, tal como Cristo nos amó.»
Demos Gracias al Señor, Dios Nuestro
Dad siempre gracias por todas las cosas a Dios Padre, en nombre de neustro Señor Jesucristo.
Por nada os inquietéis, sino que en todas cosas, en la oración y en la plegaria, sean presentadas a Dios vuestras peticiones, acompañadas de acción de gracias.
Todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo en el nombre del Señor Jesús, y dad gracias a Dios Padre por medio de Él.
Tal vez, apreciable lector, profesas la fe en Jesús, probablemente perteneces a otra religión o tradición espiritual, sin embargo el mensaje de esta fiesta, que es el Amor Universal, el Amor Divino, puede también bendecir tu vida. Mucho han trabajado los arqueólogos e historiadores para descifrar la cronología de la fe, los misterios de Babilonia, la razón por la que judíos, árabes, cristianos establecieron diversas tradiciones. Hans Einsle en El misterio bíblico nos cuenta su experiencia como un alemán que excava Babilonia, le fue difícil reconocer esa magnífica ciudad en la montaña de restos. A pesar de que en otros tiempos, Alejandro Magno pagó seiscientos mil salarios diarios para reconstruir la ciudad y reconvertirla en el centro de un imperio. Sin embargo, la eucaristía, esa copa plena de luz divina, que los hombres y mujeres podemos recibir en nuestro corazón, es un símbolo tan poderoso y trascendental, que también tiene presencia en otras escuelas espirituales. Rav Berg, en The Holy Grail. A Manifesto on the Zohar, (El Santo Grial, un Manifiesto en el Zohar), nos invita a salir de nuestro propio camino, a vencer la arrogancia y la resistencia, a abrirnos a la fe. Nos recuerda que todo afecta a todo lo demás. Alguien que cierra la puerta de un automóvil en Nueva York puede motivar el aleteo de una mariposa en China. Nuestra época contemporánea experimenta cambios dramáticos constantemente, por lo que sugiere que a través de el Zohar, del Árbol de la Vida, podemos encontrar una línea de comunicación directa con lo divino y liberarnos del caos. Más allá de las computadoras y la inteligencia artificial, las verdades milenarias nos dan la oportunidad de crear un puente entre nuestra conciencia física y racional, con la conciencia inmaterial y trascendente. El Santo Grial es un agente que purifica, que remueve la información caótica, la desinformación de la mente, para que esta pueda ser un medio para la experiencia divina y trascendental.
Luc. -¿Quién eres mujer, que a los dos espantas?
Calderón de la Barca. Las Espigas de Ruth. Autos Sacramentales.
Ruth. – No sé más de mí, que soy la humilde, y de ambas me salva quien derriba a los soberbios, y a los humildes levanta: y si el Cielo me ilumina, soy quien aún en sombras basta para poneros temor.
De acuerdo con Alice A. Baley, en Psicología Esotérica, para que nuestra alma encarnada conecte con nuestra alma superior, y logre entrar en contacto con el Cristo Cósmico, es necesario seguir las leyes espirituales. De tal forma, la divinidad puede operar a través de nuestra alma manifestando luz y amor divino. En otras palabras: «Revelarán la naturaleza y método de actividad del Cristo Cósmico, e indicarán las tendencias cualitativas rectoras que determinan la vida psíquica de todas las formas -desde un universo hasta un átomo– en el cuerpo de cualquier llamada revelación material de vida.»
La visión de Dios aparece en nuestros sueños y en nuestros altos momentos de inspiración. Sólo cuando logramos funcionar como un alma, y desarrollar nuestra visión fuera del mundo de los fenómenos y hacia el mundo de la realidad interior, podemos iniciar a desarrollar un sentido del verdadero objetivo y propósito divino. Al poner el instinto, el intelecto, la intuición y la iluminación al servicio de esta visión trascendental, lograremos un poco de comprensión del Plan Divino, en el que el papel del Cristo Cósmico y su sacrificio para ser puente con la humanidad, es esencial.
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