Despiertas el 6 de enero del 2021 con la noticia de una insurrección: civiles invaden el Capitolio en Washington. Imágenes con una estética bizarra plena de contrastes, entre infancia desbordada, perversión histórica, aburrimiento que ha explotado en catarsis social, sorpresa internacional. Somos asombrados testigos de la insurrección en la capital de Estados Unidos. Las escenas nos recuerdan la estética de las películas de Wes Anderson, quien nos recuerda que no todos los niños Scouts son honorables, que no siempre es sencillo juzgar lo que ha sucedido, y lo difícil que es establecer los límites entre el bien y el mal.
¿Qué podemos hacer ante las tragedias humanas más que tratar de aprender de ellas para lograr mejores sociedades e individuos? El arte humorístico y militante podría ser uno de los recursos para tomar un poco de distancia, poner en contexto la noticia del día con la historia reciente y con el arte y la cultura. También es importante mencionar que la expresión social de la ira era relativamente predecible en una sociedad que ha sido «privada de la libertad» debido a una pandemia: La testosterona se ha acumulado con grandes niveles de estrés en los individuos que han sido bombardeados con una «publicidad del miedo» y de forma paralela han perdido el ritmo de catársis a las que han sido condicionados como lo son el deporte, los centros de diversión nocturna, y otros ritos sociales.

Mientras como humanidad aprendemos a encontrar una brújula que nos brinde equilibrio interior y armonía social, vamos «dando tumbos», algunos tan notorios como un golpe de estado. ¿Estamos en un punto de hartazgo, de «reset«, en el que destacan por su labor de salvar vidas en la pandemia los médicos cubanos -a pesar de las condenas y bloqueos que históricamente ha recibido la isla-, mientras los ciudadanos de uno de los países más influyentes siguen a un chamán con cuernos vikingos, fanático de las teorías de la conspiración? Quienes conocen mi trabajo educativo, sabrán que tengo años abogando por la necesidad de enseñar a cultivar la conciencia a través de la meditación y el aprendizaje en valores y derechos universales desde la infancia. Pero no estoy aquí para evangelizar, sino para realizar un análisis cultural entre los sucesos de la ficción de Wes Anderson y las complicaciones y revueltas durante el cambio de poder presidencial en Estados Unidos.
Una de las causas por las que me he aventurado a hacer este paralelo, no es sólo porque Shahak Shapira coincide al respecto, sino por algunas recurrencias simbólicas. Se dice que la invasión al Capitolio fue liderada por los llamados supremacistas blancos, seguidores de Donal Trump, pertenecientes a diversos grupos de derecha, incluyendo el KKK. La planeación del evento les permitió a diversos elementos de la policía y de la sociedad civil hacer los arreglos de transporte y hospedaje para estar en ese día y lugar en punto. También eligieron camisetas con imágenes y textos antisemitas, pro-Trump, nacionalistas, etc. Algunos vestían playeras con el texto “MAGA Civil War.” (Guerra Civil «Make America Great Again») Iban equipados con banderas confederadas, celulares, zip ties (que podrían ser útiles para tomar rehenes). La bandera en cuestión se considera un símbolo racista de la opresión y la supremacía blanca, ya que representa la guerra para mantener la esclavitud, y más adelante, la oposición a los avances de los derechos civiles.
Mientras tanto, en la obra de Wes los objetos militares son reincidentes: binoculares, mapas, instrumentos de comunicación -gramófonos, radios antiquísimas, magnetófonos, sistemas de radiofrecuencia, etc.-, además de extravagantes medios de transporte, e incluso disfraces de aves, scouts y atuendos simplemente inusuales. No es necesario vestirse para la guerra si no se tiene la guerra en mente. Esta atracción en el arte y las sociedades por utilizar elementos militares, puede reflejar que aún no entendemos que la guerra no es el camino para la solución de los conflictos. Parecería una «romantización» de la violencia, que ojalá aprendamos a dejar atrás. Nuestras sociedades están en transformación, si vamos a trabajar por la unidad, como reza el Gran Sello de los Estados Unidos Americanos: Et Pluribus Unum, entonces debemos ser cautelosos y priorizar la armonía en la sociedad antes que la manifestación extrema de violencia. Me atrevería a decir que la paz se ha forjado a través de palabras, música y actos simbólicos y pacíficos de autoafirmación. Por ejemplo: La canción «Imagine» de John Lennon, los discursos de no-violencia de Gandhi, los argumentos a favor de la inclusión de Martin Luther King, etc. Rosa Parks creó una diferencia a favor de la evolución de la conciencia, sin un sólo atuendo de camuflaje, sin una bala, sólo tomando el lugar que por derecho le correspondía.
Después de los eventos, Twitter, donde Trump tenía más de 8 millones de seguidores, y otras redes sociales como Facebook, censuraron al aún presidente quien ahora es el primero en enfrentar por segunda ocasión un juicio político. Esto ha generado un debate en relación al adecuado control de la manifestación del «hate speech» o incitación al odio en las redes sociales. Para iniciar, se apunta a que es necesario unificar las leyes al respecto en diversos países. De forma paralela, muchas personas han migrado de WhatsApp a Telegram, y Google, Amazon y Apple han cerrado la puerta a Parler, que se había destacado como red social y megáfono de extrema derecha. El golpe de gracia fue el anuncio de Amazon, ya que Parler usaba los servidores de la empresa de Bezos. Esta situación favoreció un hackeo masivo de la base de datos, y 70TB de Parler han sido filtrados, incluyendo datos personales de los usuarios. Con esto se reaviva el debate en relación a los límites de la libertad de expresión, y lo que significa la tolerancia. Habría que releer a Voltaire, entre otros grandes pensadores que en su momento aconsejaron en relación a las virtudes de la tolerancia a los monarcas de su época.
En la obra de Wes Anderson, debido a diversos contratiempos, encuentros y desencuentros, misterios y dramas, las cartas son protagonistas. Este humilde objeto que parece en desuso en la actual era del Internet. La tradición epistolar nos ha heredado cartas urgentes o nostálgicas, cartas de declaración de principios, -incluso como las Actas de Declaración de la Independencia-, o cartas de amor. La correspondencia podría volver a ser el recurso de comunicación, que nos permita escribir, releer, reflexionar en lo que hemos escrito, reescribir, aprender a esperar antes de «enviar», meditar en lo que nuestras palabras causarán no sólo en los otros, sino al final del día, en nosotros mismos, porque la Ley del Karma, como la Ley de la Gravedad, no son opiniones, son Leyes. Así; como todo lo que sube tiene que bajar, todo lo que enviamos a los demás, regresa a nosotros mismos.
Bendiciones de Amor, Gracia y Trascendencia
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