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¡Descubre la poderosa oración de San Cipriano y Santa Justina contra los males y tentaciones! 🙏🔥 #protección #oración #fe #SanCipriano https://wp.me/p3JLEZ-6n9
Cuando el tirano Diocleciano arrestó a Santa Justina para martirizarla junto con San Cipriano, este Santo compuso la oración siguiente, suplicando a Dios Nuestro Señor se dignase a preservar a los fieles de los ensalmos y artificios del demonio, no sólo a todos a quien la Santa había convertido a la fe de Jesucristo, sino también a los que en adelante se convirtieran. Esta oración se encontró en los archivos de la ciudad de Constantinopla, cuando los turcos se apoderaron de ella, escrita en un pergamino, del que se apoderó un soldado de la Santa Cruzada, que viéndolo firmado por un santo mártir, a fin de preservarlo de la voracidad de las llamas, lo llevó siempre consigo dentro de una bolsa de seda, por cuyo medio se vio siempre libre de todo mal. Posteriormente este pergamino fue entregado al Papa San Clemente, el cual penetrando la virtud y eficacia de la oración que contenía, la recomendó a los fieles como un remedio eficaz contra todos los males, y particularmente contra las tentaciones del maligno espíritu, sus hechizos y brujerías; de modo que dicho Santo Pontífice concedió ochocientos días de indulgencia a todos y a cualquiera de los fieles, cada vez que dijeran u oyeran con devoción la citada oración que el mismo San Cipriano compuso antes de su glorioso martirio, entregándola a la hermana de Santa Justina, llamada Rufina.

Oración de San Cipriano y Santa Justina
Oh, Dios Omnipotente y eterno, que por medio de tu sierva Justina con quien voy a perder la vida temporal para alcanzar la eterna, te pido humildemente perdón de todos los maleficios que he cometido durante el tiempo que mi espíritu ha estado preocupado con el dragón infernal; y en pago del sacrificio que hago de mi vida, te suplico que mis plegarias sean oídas a favor de todos aquellos que de buen corazón te suplicaron la salud de su cuerpo y alma, recordándote, Señor, que con una sola palabra sacaste el maligno espíritu de aquel santo varón de que nos habla la escritura, que resucitaste a Lázaro muerto de tres días, que devolviste la vida al santo Tobías, ciego por la instigación de Satanás, que eres el soberano Dominador de vivos y muertos; compadécete, Señor, de todos aquellos que conozcas que son tuyos por su fe, esperanza y buenas obras, y te suplico que aquellos que estén ligados con hechizos, embrujados y poseídos del maligno espíritu, los desates para que puedan con toda libertad servirte con santas y buenas obras, los deshechices para que puedan usar de su albedrío en tu servicio; los desembrujes para que el lobo rabioso no pueda decir que tiene dominio sobre alguna oveja de tu rebaño comprada a costa de tu preciosísima sangre derramada en el monte Gólgota; líbralos, Señor Todopoderoso, del poder del ángel rebelde, para que ya libres del común enemigo, te alaben, bendigan, adoren, exalten, santifiquen y confiesen a ti, al Padre y al Espíritu Santo, con todo el coro de Ángeles, Patriarcas, Profetas, Santos, Santas Vírgenes, Mártires, Confesores de tu santa gloria. Y te suplico, Señor, que en nombre de Santa Justina, quieras preservar a tu servidor (se dice el nombre de la persona que ora) de todos los maleficios, arterías, perfidias y ardides de Lucifer, y de perseguir tu Santo Nombre que para siempre alabado sea; preserva la vista, el pensamiento, las obras, los hijos, los bienes, animales, sembrados, árboles, viandas y bebidas, no permitiendo que tu servidor (se dice el nombre de la persona que ora) sufra ninguna asechanza del demonio, antes bien, ilumínalo dándole la vista conveniente para ver y observar tus maravillas en la obra de la naturaleza; rectifica mi entendimiento para que pueda contemplar tus favores y dirigir los negocios a un buen fin; desata mi lengua para cantar las alabanzas de tu bondad diciendo:
Alabado seas, Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo, tres personas en un solo Dios, que todo lo ha creado de la nada; si tengo torpeza en las acciones, dígnate desentorpecerlas para emplearlas en obras de tu agrado; si mala dirección de los bienes, hijos y demás dependientes de este tu servidor (se dice el nombre de la persona que ora), te suplico, Señor, la transformes en buena para emplearla en un todo en tu santo servicio; finalmente, acepta, oye, y concédeme lo que voy a pedirte en pago del sacrificio que hicieron de sus vidas tus mártires Cipriano y Justina, con las siguientes plegarias:
Todos los Santos Apóstoles, Evangelistas y Discípulos del Señor, rueguen por mí.
Señor, apiádate de mí.
Jesucristo, apiádate de mí.
Señor, escúchame.
Jesucristo, escúchame.
Dios Padre que estás en el cielo.
Dios Hijo redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo, apiádate de mí.
San Sebastián, San Cosme y San Damián, San Roque, Santa Lucía y San Lorenzo, rueguen por mí.
Todos los Santos Sacerdotes, Levitas, Religiosos, Anacoretas, Vírgenes, Viudas, Santos y Santas; intercedan por mí.
De todo mal; líbrame, Señor.
De todo pecado; líbrame, Señor.
De tu ira: líbrame, Señor.
De los lazos del demonio; líbrame, Señor.
De la ira, odio y mala voluntad; líbrame, Señor.
De relámpagos, truenos y tempestade; líbrame, Señor.
De terremotos; líbrame, Señor.
Ángeles de Dios; escúchenme.
Préstenme su ayuda.
Sin ustedes, mi corazón pierde toda su fuerza.
Sean llenos de confusión los que atenten contra mi vida espiritual.
Ea, ea, van gritando, ya caerás en nuestros lazos,
te seguiremos los pasos y en ellos tropezarás;
pero los que Tú amas, Señor, te honran noche y día,
y por esto con alegría, invocan a su Libertador.
Dios clemente, Tú conoces mi miseria, mi pobreza y mi flaqueza; no me niegues tu auxilio.
Muéstrate, Señor, mi defensor en la persecución de mis enemigos.
Huyan, amigos de mi desgracia; en mi Dios he encontrado gracia, huyan.
Que estos enemigos sean confundidos y alejados, Señor.
Que vengan truenos y tempestades de mala influencia, para que se alejen de mi presencia.
Sean inútiles, Señor, de mis enemigos los pasos.
Líbrame de sus asechanzas, Señor.
Concédeme esa gracia, Señor.
Salva, Señor, a tu siervo; te lo suplico por tu amor.
Señor, escucha mi súplica; y que el grito de mi corazón llegue hacia ti, Dios mío.
Dios mío, cuyo principio es apiadarse y perdonar al pecador, recibe benigno mi plegaria, y haz por tu clemencia y piedad que yo y cuantos estén atados con el lazo de la culpa sean desatados y absueltos; también te ruego, Señor, que mediante la intercesión del glorioso mártir San Cipriano, seamos libres de todo maleficio y poder del maligno espíritu.
Amén.
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