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Corpus Christi, más allá de una celebración

@eshuertajavier

La festividad del Corpus Christi, la podemos traducir como la fiesta del Cuerpo de Cristo, por su traducción del latín: Corpus – Cuerpo, y Khristi (variante culta eclesiástica del latín), Cristo. Dicha celebración se remonta a la baja edad media, que comprende los siglos XIV y XV, exactamente en el año XIII, concretamente en la región de Lieja, Bélgica. En donde los practicantes de la fe cristiana consideraron importante sostener el pilar litúrgico fundamental, el acto Eucarístico, en el cual los sentimientos de fe y unión divina anidan en el alma con la aseveración, exteriorización y concreción de la ingesta de la luz a través de la hostia. Es un homenaje a Jesús, simboliza la presencia de Dios, la gracia espiritual que reciben quienes realizan dicho sacramento. El ritual incorpora símbolos que han sobrevivido hasta nuestros días, como el uso de campanillas al momento en que se realiza la elevación de la hostia también llamada “Sagrada Forma“, o “Santísimo“, así como los instrumentos para su transporte o guarda, conocidos como Ostentorio, Relicario, y Custodia.

Corpus Christi, más allá de una celebración
Corpus Christi, más allá de una celebración. Atma Unum

La iglesia considera que los símbolos del ritual distan de ser elementos meramente ornamentales y de ostentación inútil, sino que conforman actos de piedad o de adoración, para señalar la importancia y resguardar lo que se representa, el cuerpo de Jesús, la transubstanciación simbólica del pan al cuerpo, y del vino a la sangre de Cristo. Este acto practicado por la iglesia católica podría considerarse desde la premisa filosófica de los accidentes y sustancias. Los accidentes son las cualidades exteriores o físicas de algo, mientras que las sustancias son los rasgos internos, las cualidades del objeto o del ser. El ser humano se encuentra constantemente rodeado de cambios o accidentes, que inciden de manera constante en nuestro físico desde el nacimiento, a través del crecimiento, la vejez y hasta la muerte, mientras que lo que permanece intacto es la sustancia o esencia humana, aquello que nos hace diferentes y únicos. En este tenor, el pan y el vino pasan a convertirse en esencia de la representación del cuerpo y la sangre de Cristo, apelando a lo dicho en la Biblia.

“Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: ‘Tomad, comed, este es mi cuerpo.’ Tomó luego una copa y, después de dar las gracias, se la pasó diciendo: ‘Bebed de ella todos, porque esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.”

Mateo 26, 26-28

Por lo tanto, la eucaristía es un mensaje de amor, unidad, fraternidad y esperanza. En una acción se resume un “todo”, un “kosmos” o conjunto de la dualidad existente y cíclica que hace inmanente la existencia, el ser y su esencia desde lo humano, un acto verdaderamente revelador para su tiempo. Este paradigma, muchas veces linda con reflexiones filosóficas tales como las hechas por el filósofo alemán Martin Heidegger en su libro el Ser y el tiempo.

“Jamás un acto es un objeto; pues es inherente a la esencia del ser de los actos ser vividos solamente en la propia ejecución y dados en la reflexión”. Los actos constituyen algo que no es psíquico. Inherente a la esencia de la persona es el existir sólo en la ejecución de los actos intencionales, por lo cual no es, pues, esencialmente objeto.

Que es y que no debe ser una persona, tomado del Capítulo I, Sección I, El Ser y el tiempo Martin Heidegger (1927)

Mucho se podría decir sobre la esencia del mensaje dado por el carpintero de Galilea a sus discípulos. Es importante resaltar los pequeños detalles simbólicos que acompañan el acto de “comulgar”, compartir y participar en comunidad ante un símbolo primordial que nos recuerda en su geometría primaria al sol, la luna, lo cíclico. Lo nombramos sacramenthum (sacramento), que significa literalmente “hacer sagrado”. Un antiguo y común sacramento civil era un tipo de juramento que debían prestar los miembros del Ejército romano al entrar a servir en el mismo. El sacramento la Eucaristía, no solo representa un acto, sino también un juramento, un compromiso de fe, de tomar como parte de uno mismo la esperanza y la fe cristiana, de creer en la liberación mediante Cristo, de actuar tomándole como ejemplo.

El Corpus Christi es un acto que trasciende lo festivo, ya que el rito, la celebración, apela a una comprensión de nexos entre los actos terrenales y divinos, de la naturaleza de los hombres y su apropiación de un propósito, que tiende a bien ser de servicio, como lo expresase en su momento Ignacio de Loyola, pero sobre todo de conversión no solo de uno mismo sino también de nuestro entorno mediante nuestras acciones.

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