Una de los retos latentes en nuestros días en cuanto a búsqueda de cambio para lograr mejoras sociales en pro de una igualdad sustantiva es transformar positivamente la masculinidad hegemónica, que lamentablemente aún permanece como un símbolo del estancamiento evolutivo de la sociedad, y un lugar en donde recae gran parte de los problemas fundamentales de la civilización contemporánea. Pareciera que continuamos replicando de manera constitutiva la masculinidad tóxica en múltiples frentes de convergencia, incluso en lo más superficial y risible. ¿Será posible el romper dichos moldes que día a día menoscaban y detienen la equidad, que representan el lastre que nos impide como sociedad apelar a la trascendencia en cualesquiera de sus vertientes?, ¿y cómo comenzar?

Varios de los orígenes y causas de los patrones de conducta tienden a irse inculcando por los padres a sus hijos desde casa, y muchos de ellos reafirmándose de manera circunstancial tanto en los ambientes educativos, hasta los ambientes laborales. Pareciera ser que los patrones conductuales conflictivos nos acompañaran toda la vida como sociedad, sin embargo es de gran importancia el apelar a la educación como uno de los elementos primordiales para poder crear valores que impulsen un cambio positivo, mediante materiales como el documental: La máscara con la que vivimos. Este filme tiene a bien el poner en foco un tema bastante controversial como los patrones de conducta entre jóvenes varones a quienes se les ha inculcado desde edad muy temprana la máxima de lo que es “ser un hombre”, cosa que pareciera ser un acto común entre las sociedades cuya conformación de actos son de lo más variopintos.
En occidente más allá de esa “ritualidad” de las sociedades patriarcales, de simples normas como «no llorar» o «no demostrar sentimientos», encontramos que el capitalismo avasallador ha encontrado en ello un filón grande que tiende a explotarlo de manera constante, transformado estereotipos en mercancía que de forma cotidiana nos inunda mediante una avalancha de comerciales, programas, películas, series y videojuegos, a los que se ven expuestos millones de jóvenes a diario. Los adolescentes no solamente se encuentran en un momento transitivo en cuanto a una madurez sobre el conocimiento y reafirmación de sí mismos, sino que también luchan ante esta avalancha de confusión que se agolpa a su alrededor, tratando de comprender que es mejor para ellos. Este documental analiza de manera compleja a un grupo de adolescentes de colegios estadounidenses, desde su constructo hasta su lenguaje verbal y no verbal el cual va siendo moldeado de manera cuasi-imperceptible. Sin embargo dentro de esta aparente “normalidad” pueden esconderse grandes problemas como lo son las adicciones, la violencia y criminalidad. El filme nos muestra cifras bastante preocupantes en cuanto al origen de este conflicto que pareciera ser materia en constante ebullición y que de un momento a otro puede llegar a explotar de diferentes formas, conduciendo a factores que a largo plazo influyen en lo que conforma y refleja nuestra sociedad.
Conductas, actos, acciones que parecieran ser inocentes, son el cable conductor del documental, que avanza a manera seriada, nos presenta hechos de forma sucesiva, para retratar cómo transcurre la vida… hasta llevarnos a enfrentar la dura realidad de aquellos quienes apabullados por situaciones de lo más distintas tienen a bien reflexionarlo desde grupos de ayuda, desde una celda y purgando condenas. Todas y cada una de sus historias tienen un detonante en común, y una solución que pareciera ser la misma, descrita quizá de manera simple, pero la cual requiere valor no solo para reconocerla, sino también para aceptarla y lograr una liberación unificadora.
Es necesario echar un vistazo a este documental, y sin ir más lejos también lanzar un profundo atisbo frente al espejo, ante nosotros mismos, identificando de esta forma los patrones conductuales negativos que nos menoscaban como seres humanos -las reacciones y pensamientos que manifestamos frente a nuestras experiencias y nos causan algún daño o perjuicio-. Sólo a través del autoconocimiento podemos reconocer las semillas destructivas, que con el paso del tiempo no solo podrían causar mella hacia nosotros mismos sino probablemente a también a nuestros seres queridos y nuestro entorno. Es importante dejar de nadar en lo que nos ata y hace sufrir, soltar cargas sociales, transgeneracionales, personales… Encontrar la sabiduría, el amor propio y la voluntad necesarias para liberarnos.
El título original de La máscara con la que vivimos es The Mask You Live In, este documental de 97 minutos fue realizado en el 2015 en Estados Unidos, bajo la dirección de Jennifer Siebel Newson, y por The Representation Project, therepproject.org organización que lucha contra el sexismo a través de películas, educación, investigación y activismo para construir un mundo donde todos puedan alcanzar su máximo potencial.
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