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La niña Iris; su mamá la espera en el área de cajas

@masterraalkivictorieux Master Ra’al Ki Victorieux

Recuerdos de infancia en espacios pequeños: un refugio para la calma y la seguridad. 🏰💖 Comprender estas necesidades es clave para apoyar a los niños en el espectro autista. #Autismo #Neurodiversidad #Refugio 😌✨ https://wp.me/p3JLEZ-6ZQ

La comprensión de los recuerdos de infancia y las necesidades específicas de los niños en el espectro autista no solo es un viaje a través de experiencias personales, sino también una invitación a reflexionar sobre la importancia de crear entornos seguros y acogedores para ellos. Esta información te será útil para identificar y empatizar con las experiencias de los niños autistas, así como para proporcionar herramientas prácticas que fomenten su bienestar emocional y sensorial. Al aprender sobre sus necesidades, podrás contribuir a crear espacios que no solo reconozcan sus desafíos, sino que también celebren su singularidad y les ofrezcan el refugio que tanto necesitan.

La niña Iris; su mamá la espera en el área de cajas. Atma Unum
La niña Iris; su mamá la espera en el área de cajas. Atma Unum

Tengo la leve memoria de estar acurrucada entre ropas colgadas en alguna tienda departamental. Entonces debí tener tres o cuatro años, y parece que con frecuencia buscaba alguna “cueva” o espacio en que pudiera sentarme y esperar… mientras mi madre y familiares se enfrascaban en las compras. Supongo que su atención dejaba de enfocarse en mí en algún momento y se concentraban en los colores y las formas de los productos en oferta, entonces yo me escabullía y arremolinaba en alguna esquina. Algún tiempo después, escuchaba mi nombre por los altavoces “la niña Iris; su mamá la espera en el área de cajas”.

Normalicé está situación, porque sucedió varias veces, en diferentes locaciones. Sin embargo, ¿tal vez no era algo del todo normal? Ahora, décadas después, apenas me he hecho esa pregunta. Si yo tuviera una hija pequeña, ¿la extraviaría con tanta frecuencia? En ese entonces, yo era una niña de, digamos cuatro años, supongo me escondía por ansiedad ante los múltiples estímulos visuales, sonoros… cansancio y algo de aburrimiento después de horas y horas viendo las compras de “los grandes”… ¿tal vez era una forma de “jugar a las escondidas”, dirigir un poco la atención a mí y “robársela por un instante” a todos esos objetos que encantaban a los adultos?

Mi Asperger se me diagnosticó hasta hace pocos años, es decir, en la edad adulta. Pensando en mi niña autista, resulta aún más comprensible que me abrumaran y parecieran cansinas las costumbres consumistas de mi madre y sus hermanos. Puedo entender, y supongo lo comprendía desde entonces, que debido a que se dedican al comercio, esas actividades fueran repetitivas y frecuentes, pero no por ello lograba agarrarles el gusto.

También, de niña, me perdí en el bosque: Una tía y su amiga me llevaron a Chapultepec, en algún momento me perdieron. Así que no regresaban a casa, porque no me encontraban. Ya entrada la noche dieron conmigo, y regresamos las tres a casa. Afortunadamente no me dejaron a dormir entre los animalitos y la naturaleza. Yo no tengo memoria de ese incidente, pero he escuchado que lo cuentan.

Aprendí que si no me iban a buscar, yo podía acercarme al mostrador de atención al cliente, y pedir que vocearan a mi mamá, por ejemplo: “Sra. Martha, su hija la espera en la puerta cinco”.

Es común que los niños del espectro busquen lugares pequeños donde pueden esconderse y relajarse. No sólo me escondía en los supermercados, también construía pequeñas fortalezas con los cojines de la sala, o con almohadas, cajas y cobertores sobre mi cama. Incluso recuerdo que durante la época de mi educación básica, pasé la mayoría de mis tardes en la parte superior del clóset de mi habitación, donde tenía un “nido” creado con una pequeña lámpara, historietas y bocadillos.

Aún tengo la tentación de hacerlo… Cuando me siento deprimida, busco algunas cobijas mullidas y me hago “taquito”, duermo, doce horas, tal vez dieciséis, me levantó apenas para comer algo, y regreso a los brazos de Morfeo. Si la tristeza es muy profunda, la cama se siente inmensa, y el silencio demasiado ruidoso, entonces me acurruco en la sala, y pongo alguna serie, o videos de meditación, que me acompañan en la hibernación. Recuerdo que hace más o menos diez años, después de una crisis personal, llevé mis cobijas debajo del escritorio, ya que me sentía más “segura” en esa ubicación, con la “protección” que el lugar donde normalmente ponía mis piernas me brindaba… Visto desde el piso, el escritorio era una pequeña casa, además, me resultaba familiar, porque cuando me siento bien, es el lugar en que paso más tiempo, ya sea escribiendo o conectada a la red. Este estadío en que busco entrar a un capullo, puede durar días o semanas… Pero llega un momento en que tengo que estirarme, volverme a duchar, hacer caso de las cuentas por pagar, y retomar las actividades habituales.

Ahora que escribo estos recuerdos, me ha entrado la tentación de construir o comprar un teepee, y poner ahí un edredón mullido, luces suaves, y entrar en ese nido cuando necesite relajarme, con audios de lluvia, ríos, del mar, o mantras… En este mundo ruidoso, caótico, es lindo tener un pequeño y acogedor lugar donde descansar.

Los niños del espectro autista

Los niños en el espectro del autismo pueden buscar espacios pequeños y confinados por varias razones cuando se sienten abrumados:

  • Regulación sensorial: Los espacios pequeños pueden proporcionar una sensación de seguridad y ayudar a reducir la sobrecarga sensorial. El entorno confinado puede limitar los estímulos externos, como el ruido y las distracciones visuales, lo que les permite sentir que tienen más control.
  • Comodidad y seguridad: Los espacios cerrados pueden crear un ambiente relajante que imita la sensación de ser abrazado o envuelto, lo que puede resultar reconfortante para algunos niños. Esto puede ayudarlos a controlar la ansiedad y el estrés.
  • Escape de la sobreestimulación: ante situaciones abrumadoras, retirarse a un espacio pequeño puede servir como una forma de escapar de los factores estresantes. Les permite tomar un descanso y reagruparse.
  • Rutina y previsibilidad: muchos niños del espectro prosperan con la rutina y la previsibilidad. Un espacio pequeño y familiar puede brindar una sensación de estabilidad durante momentos caóticos.
  • Auto-calmamiento: Estar en un espacio confinado puede ayudar a algunos niños a calmarse mediante movimientos o comportamientos repetitivos, que pueden resultar tranquilizantes.

Comprender estos comportamientos puede ayudar a los cuidadores y educadores a crear entornos de apoyo que se adapten a las necesidades sensoriales y preferencias de los niños en el espectro del autismo.

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