Antolín Pulido
– ¿Carmela, va todo bien en el cole?
– Sí mamá.
La miré y tenía los labios apretados
– ¿Por qué pones cara de cosas serias?
Le pregunté.
Mi mamá se sentó a mi lado y con su voz de profesora de párvulos, me empezó hablar mirando a la ventana
– Hace días que noto que falta comida de la cocina. Y la otra mañana al tomar la mochila vi que pesaba mucho y miré dentro, había latas de atún y cinco naranjas. No quería decirte nada, pero veo que todos los días llevas comida al colegio.
– Pues tiene fácil explicación mamá.
Le dije con mi cara de lista que pongo algunas veces
– Una mañana Pedrito me contó que le dolía la tripa y yo le dije que seguro era porque algo le había sentado mal del desayuno. Pedrito me miró muy serio y no me dijo nada. Esa mañana me sentí como una tonta. Y desde entonces le llevo comida, que se la come cuando salimos al recreo detrás de los baños.

– Pero hija… ¿Por qué no me has dicho algo?
– Lo de las latas de atún, es que son las únicas latas que sabemos abrir, además a Pedrito no le gusta que se sepa que ahora son pobres.
Mi mamá se levantó e hizo como que miraba por la ventana, pero yo estaba segura que era para que no viera como se le enrojecían los ojos
– ¿Mamá a nosotras también nos van a echar a la calle si no pagamos al banco?
– Tranquila cariño, no creo que pase eso.
Dijo mi mamá mientras seguía haciendo como que miraba por la ventana.
– Me voy, que llego tarde al cole.
Tomé la mochila y me bajé lo más de prisa que pude para que mi mamá no se sintiera obligada a decirme cosas de mayores, que son tristes y difíciles de contar a una niña, aunque yo ya seguro que lo entendería, si bien soy chiquita escucho mucho a los mayores cuando hablan, y sé que a los bancos solo están obligados a pagar las personas que no son ricas. Los señores y señoras ricas si quieren no pagan a nadie y tienen señores que saben mucho de papeles y les defienden, que se llaman abogados. Yo intenté siempre explicárselo a Pedrito…
– “Pedrito tú busca una tienda de abogados y compra uno que sepa mucho, ya verás cómo esos señores os solucionan todos los problemas.”
Él se lo dijo a sus papás pero al parecer hay que ser rico para tener esos abogados que te defienden de los ricos.
Ahora Pedrito con sus papás viven en una casa que no es suya, no tienen ni luz ni agua ni nada, y al parecer la policía también les puede echar de dnde están, y a porrazos, como la otra vez. A mí me lo contó Pedrito, que llegó la policía y les pegó a sus padres y después les sacaron arrastras, yo eso ya lo había visto que pasaba en la tele. Pero creía que esas cosas pasaban en países que estaban muy lejos, no en la casa de Pedrito que vivían en mi misma calle.
Mi colegio está enfrente de mi casa, ya mi mamá me deja pasar sola la calle, desde que el abuelo de un niño se pone en el paso de cebra a controlar que los coches se paren cuando nosotros pasamos. Ese señor se llama don Pablo y es muy simpático, todas las mañanas tiene una sonrisa, y se sabe todos los nombres de todos los niños y niñas de cole. Bueno no sé si todos, pero muchísimos sí.
Mi mamá vigila desde la ventana de mi habitación que da a la calle hasta que no estoy dentro del cole no se mete dentro de la casa. Hoy voy hacer como que se me ha olvidado saludarla desde la puerta del cole, no quiero verla llorar.
– Buenos días doña Consuelo.
Doña Consuelo es nuestra profesora este año y dice mi mamá que me tiene un poco de miedo de las preguntas que hago en clase, pues hoy que le voy a preguntar si a los policías los pagan los señores de bancos… No sé si le va a gustar…
– Hola Pedrito buenos días, hoy he traído también una lata de melocotón en almíbar de la que os gusta, pero te la llevas a tu casa porque yo no sé abrirla.
Le he dicho a Pedrito, pero muy bajito y al oído para que nadie lo oiga. Es un secreto que tenemos, aunque creo que todo el mundo lo sabe.
Bueno voy a ver si aprendo cosas para qué cuando sea mayor no me engañen los señores ricos, ni los bancos, ni los policías.
– ¡Seño, Seño! Hoy tengo una pregunta para hacerla antes de empezar la clase…