De las Escritoras Pornógrafas; Hilda Hilst

Ra’al Ki Victorieux

Nacida en 1930, en Brasil, Hilda Hilst creció para convertirse en una de las escritoras más importantes en lengua portuguesa del siglo XX. Falleció en el 2004, a la edad de 73 años. Durante su juventud, estudió derecho y escribió poesía. Se dedicó a las letras por medio siglo, en los cuales publicó numerosas obras; en prosa, de ficción, obras de teatro, artículos, tesis doctorales… Fue una mujer adelantada a su época, se manifestó a favor de la libertad de las mujeres en todos los ámbitos, incluyendo el amoroso y el erótico. En su trabajo en prosa podemos observar una considerable cantidad de textos, durante los años ochenta y noventa, considerados como el periodo erótico, obsceno… porno chic. Cuando los editores de Gallimard recibieron el manuscrito de «Cartas de un seductor» para ser traducido, afirmaron que Hilst había transformado la pornografía en arte. Fue una escritora polifacética; y le interesaron las fronteras entre el erotismo, el amor, el misticismo, lo sagrado, el absoluto y la libertad. Una muestra de su trabajo es el poema «Del deseo». La traducción al español traducción fue realizada por el Seminario Poesía Cultura y Traducción en el Brasil Contemporáneo del Posgrado en Letras de la UNAM, impartido por Regina Crespo y Rodolfo Mata.

De las Escritoras Pornógrafas; Hilda Hilst

Del deseo

¿Quién es? Le pregunté al deseo.
Respondió: lava. Después polvo. Después nada.

I
Porque hay deseo en mí, todo es cintilancia.
Antes, lo cotidiano era un pensar alturas
Buscando a Aquel Otro decantado
Sordo a mi humana ladradura.
Saliva y sudor, nunca surgían.

Hoy, de carne y hueso, laborioso, lascivo
Me tomas el cuerpo. Y qué descanso me das
Después de las lides. Soñé peñascos
Mientras el jardín estaba aquí al lado.
Pensé subidas donde no había rastros.
Extasiada, cojo contigo
En vez de gañir ante la Nada.

II
Verte. Tocarte. Qué fulgor de máscaras.
Qué dibujos y rictus en tu cara
Como frisos vehementes de tapetes antiguos
Qué sombrío te vuelves si repito
El sinuoso camino que persigo: un deseo
Sin dueño, un adorarte vívido mas libre.
Y qué oscura me pongo si devoras de mí
Palabras y residuos. Me vienen hambres
Agonías de grandes espesuras, empañadas lunas
Dagas, tempestad. Verte. Tocarte.
Cordura.
Crueldad.

III
Pegado a tu boca mi desorden.
Mi vasto querer.
Lo incomposible entrando en orden.
Pegada a tu boca, pero descomedida
Ardua
Constructor de ilusiones te examino ávida
Como si fueras a morir pegado a mi boca.
Como si fuera a nacer
Y tú fueras el día magnánimo
Te sorbo extremada a la luz del amanecer.

IV
Si yo dijera que vi un pájaro
Sobre tu sexo, ¿me deberías creer?
Y si no fuera verdad, en nada cambiará el Universo.
Si yo dijera que el deseo es Eternidad
Porque el instante arde interminable
¿Me deberías creer? Y si no fuera verdad
Tantos lo han dicho que quizás pueda ser.
En el deseo nos vienen sofismanías, adornos
Impudicia, vergüenza. Y ahora digo que hay un pájaro
Volando sobre el Tajo. ¿Por qué no puedo
Puntear de inocencia y poesía
Huesos, sangre, carne, el ahora
Y todo lo que se deformará en nosotros?

V
Existe la noche, y existe la negra pez.
Noche es el velado corazón de Dios
Ese que por pudor no busco más.
Negro es cuando te alejas o dices
Que viajas, y un sol de hielo
Me petrifica la cara y me libera
De fidelidad y de conjura. El deseo
Ese de la carne, a mí no me da miedo.
Así como viene, tampoco me avasalla.
¿Sabes por qué? Luché con Aquél.
Y de él tampoco fui lacaya.

VI
Aquel Otro no veía mi mucha amplitud.
Nada LE bastaba. Ni ígneas cantigas.
Y ahora vana, te parezco soberbia, magnífica
Y cojes como quien muere la última conquista
Y ardes como deseé arder de santidad.
(Y hay luz en tu carne y tú palpitas.)
Ay, ¿por qué me veo vasta e inflexible
Deseando un deseo vecino
A un Hambre irada y obsesiva?

VII
Recuerda que hay un querer doloroso
Y de hastío al que llaman amor.
Y otro de tulipanes y de espejos
Licencioso, indigno, al que llaman deseo.
Tiene el caminar un descamino, un arrastrarse
Hasta encontrar los vientos, los azotes
Y un único extraordinario torbellino.
¿Por qué me quieres siempre en los espejos
En tal descaminar, en polvo de imposibles
Si yo me quiero viva entre tus venas?

VIII
Si te ausentas hay paredes en mí.
Frialdad de calles duras
Y un desvanecimiento trémulo de helechos.
¿Entonces me amas? comienzas a preguntar.
Y repito que hay paredes, frialdad
Hay languideces, y ni por eso hay llama.
DESEO es un Todo lustroso de caricias
Una boca sin forma, un Caracol de Fuego.
DESEO es una palabra con viveza de sangre
Y otra con ferocidad de Un sólo Amante.
DESEO es Otro. Vorágine que me habita.

IX
¿Y por qué habrías de querer mi alma
En tu cama?
Dije palabras líquidas, deleitosas, ásperas
Obscenas, porque era así como nos gustaba.
Pero no mentí gozo placer lascivia
Ni omití que el alma está más allá, buscando
Aquel Otro. Y te repito: ¿por qué habrías
De querer mi alma en tu cama?
Deléitate en la memoria de coitos y aciertos.
O tiéntame de nuevo. Oblígame.

X
Pulsas como si fueran de carne las mariposas.
¿Y a qué viene eso? preguntas.
Digo que así ha de empezar mi poema.
Entonces te quejas de que nunca estoy contigo
Que de improviso lanzo versos al aire
O hablo de pinos escoceses, aquellos
Que a Talleyrand le apetecía cuidar.
O incluso cuando grito o desfallezco
Adivinas sonrisas, códigos, intrigas
Dices que los debo tener en mis reversos

Puede ser.
Para pensar al Otro, deliro o hago versos.
PensarLO es gozo. ¿Acaso no lo sabes? INCORPÓREO
ES EL DESEO.

Bendiciones de Amor, Gracia y Trascendencia

Espero que te haya gustado esta lectura. Te agradezco un like, comentario, o compartir. También te invito a adquirir mis libros en Amazon Kindle.

Gracias.

Ra’al Ki Victorieux

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