Ra’al Ki Victorieux
Gracias a las argucias de una buena dirección de arte y a conectar con una situación de emergencia – la pandemia y la crisis económica- la serie El Juego del Calamar, en poco tiempo ha logrado un éxito internacional. El problema es que de fondo, presentan una manipulación ideológica a fin de convencer a los espectadores de que son desechables, reemplazables, que no son realmente humanos. Si la palabra amor se ha degradado a través de usos vulgares en obras mediáticas, ¿por qué no llevar al lodo la palabra humano y pretender que la vida tiene precio, o incluso, que carece de valor? Escucha, lee con atención: Nadie es inútil, y tú tienes derecho de estar aquí.
Los objetos también tienen un alma, nada está desprovisto de la energía universal, y sin embargo el capitalismo, hambriento de retirar el respeto básico a lo que nos rodea, ha generado una cultura en la que contaminamos el planeta tomando los objetos como reemplazables, desechables, comprando cosas que no necesitamos, y usándolas por unos minutos nada más, a fin de adquirir nuevos insumos. La tormenta que estamos generando con estas actitudes es una que simplemente viene como boomerang en nuestra contra. Si no cambiamos esta visión superficial, experimentaremos mayores desastres naturales, que hemos creado gracias a la inconsciencia, o la manipulación consumista.
De una forma más ingenua que las ovejas siendo conducidas al matadero, las audiencias aumentan el rating de aquello que refleja lo peor de la cultura contemporánea. El juego del calamar, serie de televisión surcoreana fue estrenada el 17 de septiembre de 2021 en Netflix. Presenta a un grupo de 456 individuos que ingresan a un enfermizo juego en que esperan ganar 45 mil millones de wones, pero en caso de perder, mueren. La dirección y el guión del drama son de Hwang Dong-hyuk (황동혁), y participa el conocido Gong Yoo. En poco tiempo, la serie se ha posicionado como favorita. Con la gamificación contemporánea, parece que para explicar principios filosóficos o pretender influir en la sociedad, tenemos que poner el mensaje en escena en un juego.

El humano tiene la libertad de elegir con qué alimentar su energía, y su campo vibracional. Es decir, si todo es energía, ¿por qué estamos aún en una especie de Roma antigua alimentando las peleas entre gladiadores y leones, viendo cómo las personas exponen su vida como si no valiera nada?, ¿por qué los derechos humanos aún no son más que letra utópica o peor, letra muerta en la gran mayoría de los ciudadanos y en la gobernanza cultural?
Esta aculturación inhumana ha tenido un «ablandamiento del terreno» creado con diversas películas con la misma tesis. No lo hacen de forma discreta, sino por el contrario, lo anuncian desde el título de tales productos, como lo son: La película «The Expendables», que aunque se ha vendido al mercado hispano como «Los Indestructibles«, la traducción literal es «los reemplazables». una considerable cantidad de películas hollywoodenses presentan héroes que son mercenarios dispuestos a matar por dinero, y también a morir por una cierta cantidad. Al observar la carrera de los llamados «héroes del cine», encontramos este argumento una y otra vez. Para poner un ejemplo, entre cientos: Looper: Asesinos del futuro, del 2012, con Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt. Ningún «final feliz» puede derribar la tesis que sostiene la cinta, en la que numerosos asesinos se matan a sí mismos como parte de las «letras pequeñas» de su contrato como mercenarios. ¿De cuántas otras formas se nos invita a perder lo que nos hace humanos?
El problema no es preguntarnos ¿Cuántas personas participarían en «El Juego del Calamar»? Actualmente el problema es ese: miles de personas participan; todos los que se suman a la delincuencia organizada, incluso aquellos ciegamente migran hacia «el sueño americano», los que hacen fraudes financieros sin pensar en un mañana, porque de una u otra manera, al final del día, es su vida lo que apuestan. En un mundo en que producimos más comida que la que consumimos, no deberían morir miles de niños por hambre, mientras se gastan miles de millones en armamento… La respuesta no pasa por esperar en que esos que ponen las «injustas reglas del juego» se vuelvan humanos, sino por una combinación de empoderamiento y afirmación personal con una mayor solidaridad entre los individuos.
A favor de la dignidad humana, y con algo de nostalgia por las mentes brillantes que trabajan para imprimir de consciencia y dignidad en las almas, quiero recomendarles la lectura de: la Oración de la Dignidad del Hombre, de Giovanni Pico Della Mirandola. Por supuesto, otra lectura que debería ser obligatoria en la educación básica internacional es la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Tú necesitas una guía moral, ética, cuestionar todo aquello que conoces. No estoy yo aquí para decirte qué pensar, pero sí para invitarte a establecer el hábito de conversar contigo mismo, preguntarte ¿qué significan los sucesos en tu vida?, reflexionar en torno a ¿esto es algo positivo, me enriquece, o esto es algo negativo y me perjudica como todo lo que yo soy?, ¿qué es lo que quiero que mis palabras y actos representen? No todo mundo quiere poner en duda la estructura mental que les hace sentir cómodos consigo mismos, la “normalidad”, o lo que es tendencia y «está cool«. Sin embargo, sólo a partir del ejercicio de la libertad de pensamiento y expresión, es que somos verdaderamente humanos. Claro; para empezar debes empezar por preguntarte, ¿en qué crees?, ¿qué es lo que realmente valoras más allá de tu sobrevivencia o narcisismo?, ¿cuál es el gran servicio al mundo que eres capaz de hacer, y por lo cual te has tomado la molestia de encarnar ahora.
Recuerda, eres un ser humano con derechos inalienables. No eres un kleenex, no eres desechable, no importa lo que afirmen en la hipnosis colectiva ni en las tóxicas series de moda que tratan de engañarte de forma consciente o subconsciente. El ser humano tiene un derecho sagrado con la evolución de su alma.
*Espero que te haya gustado este artículo, si así fue, te agradezco un like y compartir. También te invito a adquirir mis libros en Amazon Kindle.
Gracias.