La Rivalidad entre Jodorowsky y la Tigresa

2014 iris atma jodorowsky y la tigresa

Ra’al Ki Victorieux

Hoy en la madrugada releí la historia de dos protagonistas de la historia cultural mexicana, en voz de Jodorowsky, en «El maestro y las magas»: “La Tigresa, con sus zarpazos, me había dado una importante lección. Al aceptar colaborar conmigo debí, dejando de lado mi vanidad de director, incorporarla a la obra sin tratar de cambiar su manera de ser. Entre los dos, ambos cubiertos de nieve, hubiéramos obtenido una Lucrecia admirable. La actriz no trataba de ser diferente de su público, yo en cambio, sintiendo que mi arte era superior, desligándome de los espectadores, por considerarlos vulgares, los perdí».

A manera de resumen, para quienes desconocen las historia, les comento: La Tigresa era la amante presidencial y un icono de la cultura popular -cantante de rancheras y vedette-. Jodorowsky, casado, era una figura conocida de la contracultura, o la llamada cultura avant-garde. Serrano le propone unir sus talentos a fin de crear una obra teatral que le diera a ella el reconocimiento cultural y artístico que Jodorowsky tenía, y a él, un éxito de taquilla, en vez de las asistencias magras que suelen concurrir a la cultura alternativa. Decididos a colaborar, hicieron un «show» mediático, a través del cual dieron a pensar a la prensa que tenían un affaire, del cual nacería «Lucrecia». Sin embargo, Ojo de Oro no pudo resistir los desplantes de diva de la Serrano, quien se negaba a asistir a los ensayos. Entonces él decidió dar por terminado el convenio y presentar su Lucrecia por separado. Ante este desprestigio artístico, La Serrano, enfurecida, lo hundió socialmente: lo acusó en los medios de haberle robado y traicionado. Desconocidos lanzaban piedras a casa del dramaturgo. Jodorowsky tuvo miedo de ser perseguido por los guaruras de la vedette. Ya le habían advertido además que esta mujer era de armas tomar. Cuenta que pensó en los sutras, particularmente El Sutra del Diamante: «Cuando una persona es ridiculizada por los otros, los pecados de su vida anterior son la causa. Pero, en ese momento, por estar padeciendo la burla, los pecados de sus vidas anteriores son borrados. ¿Es así?. Se contestó a sí mismo: ¡Tonto hediondo parido por un ano!

El sutra, interpretando los males del presente como resultado de pecados de vidas anteriores, afirma que en esos males reside la redención y la liberación. Sin embargo, la respuesta insultante del discípulo quiere en cierta forma decir: «Es inútil detenerse a justificar un mal dándole origen en vidas anteriores. Enfrentemos de inmediato la dañina situación sin detenernos a preguntar sus causas ni preocuparnos de las consecuencias de nuestras propias acciones. Ante el ataque, lo que más cuenta es una respuesta no obstaculizada por dudas mentales. Si entre el ser y el no-ser dejamos un espacio tan fino como un cabello, perdemos la vida.»

Entonces, el maestro volvió a sí mismo. Compendió que el miedo era natural, pero que no debía transformarse en cobardía. Dejó de esconderse. Llamó a la Asociación Nacional de Actores invocando sus derechos sindicales, a fin de exigir un encuentro con la Tigresa para que legalmente se aclarara quién tenía derecho a presentar la obra. En lugar de limitar el escándalo a una riña entre saltimbanquis, decidió convertirlo en un problema político que afectara el país. Declaró: «La Tigresa me contó que cada dos meses viaja a Suiza con pasaporte diplomático y que, en un avión del ejército, lleva una maleta cargada con el oro que el presidente roba al erario nacional, para depositarlo en las cajas de seguridad de un banco». Los funcionarios abandonaron sus escritorios, el silencio mortal invadió el edificio. El veredicto fue que la compañía de la Tigresa y la de Jodorowsky debían estrenar el mismo día, a la misma hora, con idéntica música, trajes y decorados. El público debería decidir qué obra merecía su asistencia. Dado al rumor de que los presidentes robaban, y con fin de evitar escándalos o crisis, los medios dejaron de atacar a Alejandro o de mencionar el asunto. La Lucrecia Borgia de Alejandro duró cuatro meses. La de la Tigresa estuvo en cartelera cuatro años.

Lo que me inspira de la historia es, si logro traducirlo, es que independientemente de los ataques esotéricos, privados, públicos, mediáticos, sociales, que Jororowsky recibió, él encontró en su interior la forma de vencer el miedo y encararlo. Me recuerda estas fábulas o relatos de Sigfrido o Alicia que aprenden a vencer el dragón o el Jabberwocky. Y no es que quiera elevar la figura de la tigresa a dragón, es sólo que tengo empatía con el creador que se vio sometido a mucha presión y sin embargo encontrar la forma de levantar la frente y seguir adelante.

Dos cosas más:

1. Lo difícil que es para una persona consciente, poder reunir puentes en sus obras, de forma que dialoguen tanto con el público y los intereses populares (también llamados vulgares, incultos y obscenos), con los temas predilectos de audiencias consideradas más «educadas y elegantes». Cierto es que los pelos, las colas, el sexo, la corrupción política, la infidelidad y ausencia de valores, y provocación a la censura (rememorando a la Tigresa) no son ni nunca han sido exclusivos de clases bajas, sino que también han sido deleite de todas las elites a lo largo de la historia. Tal vez de ahí la fascinación de reunir la creatividad de un ser sofisticado como Jodorowsky, con el arrojo casi inconsciente de la Serrano, y la extraña historia de Lucrecia, que -a la fecha- ¿Quién podrá enjuiciar su historia y aseverar sin lugar a dudas si fue inocente víctima o culpable estratega de su situación sexual ante la familia papal?

2. El capítulo en cuestión se titula «Los zarpazos de la tigresa». Sin embargo, continúa en el siguiente, que es «El burro no era arisco, lo hicieron así a palos». La historia sigue así: la tigresa le regala a Jodorowsky un anillo de oro con una calavera, y se lo pone en el dedo índice de la mano izquierda. Se le enfrió la mano, le dolió el brazo, no pudo quitarse hasta que llegó a la madrugada al zendo y Ejo Takata le quitó el anillo del dedo. Aún consternado, Alejandro le confiesa: «Ejo, no tengo remedio. No encajo en este mundo vulgar. Creí poder echar raíces en México, pero me siento como una gallina en corral ajeno. La consciencia añade dolor.» Ejo lo consoló a su manera: con bastonazos y koans le hizo entender que no por poseer otro nivel de consciencia, se puede sentir a salvo de la realidad común a todos. También le ofreció sake y le contó su infancia triste, y su severa formación en el monasterio. Ante la revelación de esta faceta humana de su maestro, Jodorowsky le regaló un gatito. Ejo amenazó con matar al gatito recién nacido con un cuchillo si Alejandro no descifraba otro koan. Alejandro derribo a Ejo, y le arrebató el arma y el gato. Ejo feliz lo abrazo: ¡Lo haz resuelto! ¡Alegria!¡Aunque la vida sea un sueño fugaz, un gato vivo es diferente a un gato muerto! Alejandro le contesta: Creo que tienes necesidad de una mujer. El monje parte a buscar una compañera a Japón.

Al final del día (más bien al amanecer) creo que leí una historia acerca de la trascendencia del amor, a uno mismo, al arte, a un gatito, o a una pareja.

Bendiciones de Amor, Gracia y Trascendencia

Espero que te haya gustado este artículo. Te agradezco un like, comentario, o compartir. También te invito a adquirir mis libros en Amazon Kindle.

Gracias.

Ra’al Ki Victorieux

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